Los primeros pasos por la senda del Gorbea son lentos y pausados, con miradas largas a los claroscuros del bosque. La cuesta del sendero no da tregua. Sin parar de caminar se mira y se remira entre los troncos de las hayas y las ramas del bosque para entretener la vista y sosegar el corazón. En las arrugas húmedas de una vieja y retorcida raíz de haya aparece, iluminado por un indiscreto rayo de sol, un manojo de hongos blancos; al lado, el musgo se empeña en pintar de su verde esponjoso unas rocas solitarias. El corazón se calma y los pasos fluyen de nuevo. A pocos metros aparece un impresionante mirador sobre la zona de recreo donde se han quedado aparcados los vehículos, y resulta que se trata de una vieja cantera rehabilitada como zona de ocio. El vacío es vertiginoso y la idea excelente. Poco a poco la senda gana altura y el bosque toma carácter y presencia. Las hayas comienzan a ser enormes, mostrando el alma verdadera de los bosques del Parque Natural del Gorbea. Al lado de las hayas, en perfecta convivencia, cada especie en su lugar, hay bosquetes de robles y majuelos, alfombras de heléchos y hasta algunas encinas encalladas en los cantiles rocosos más solitarios de los relieves de la montaña. Con tanto acompañamiento vegetal el caminar es espontáneo y, a pesar del desnivel de la cuesta, pronto la mirada está por encima del bosque, donde los árboles comparten espacio con los pastizales de altura y las zonas de matorral. Ya sólo queda un pequeño esfuerzo más para llegar al alto de Arroniano y contemplar el fascinante paisaje que ofrece el valle del río Zubialde. Verde claro y verde oscuro, verde limón y verde esmeralda, el panorama de los bosques del Gorbea es un enorme firmamento de tonos verdes salpicado en otoño por un universo estelar de colores naranjas, amarillos, rojos y ocres. A medio camino, indicada con un poste de madera, sale la senda de la cueva Mairuelegorreta, que atraviesa una parte del hayedo para llegar a la emblemática cavidad. Sus 12 kilómetros de longitud la colocan a la cabeza de todas grutas del macizo, siendo la segunda sima más larga de toda la provincia de Álava.
(Juan José Alonso)
(Juan José Alonso)