Juana de Portugal Reina de Castilla |
De esas doce jóvenes, dice el historiador de Enrique VI, Alonso de Palencia: «Lo deshonesto de su traje excitaba la audacia de los jóvenes y extremábanla sobremanera sus palabras aun más provocativas... la ansiosa voracidad que día y noche las aquejaba, era más frecuente entre ellas que en los mismos burdeles. El tiempo restante le dedicaban al sueño, cuando no consumían la mayor parte en cubrirse el cuerpo con afeites y perfumes.
... Este foco de libertinaje empezó a aumentar las desdichas, y perdido todo recato, fueron desterrándose los hábitos de virtud.»
- Aquella corte, que era — como dice Sitges — tanto o más disoluta que lo fué tres siglos después la de Luis XV de Francia, entregóse desenfrenadamente al baile y al canto, y las citadas alegres damas mezclaron en sus orgias la música como vino afrodisíaco que enardeciera sus cuerpos. No carecía en absoluto de razón la Iglesia al prohibir cierta clase de música, ni tampoco al condenarla el místico Tolstoy en su Sonata a Kreutzer. De las solfas utilizadas en las fiestas palatinas huellas quedan. Como la más antigua letra de música profana conocida, cita Barbieri unos versos de la crónica del Condestable Miguel Lucas de Yranzo, que empiezan así :
Lealtat, o lealtat
Lealtat. dime ¿do estas?
Vete Rey al Condestable
Y en él la fallarás.
Porque en todos tus criados
Otro tal no me darás.
Y en el regazo de aqueste
A buen sueño dormirás.
Sin serio fundamento atribuyese la música de los anteriores versos a Olid y a Diego Gámez.
(Fernando Periquet - Apuntes para la Historia de la tonadilla y de las tonadilleras de antaño)