El fallecimiento de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 fue el detonante de una disputa por la sucesión al trono español, que pronto se tradujo en una cruenta guerra civil, la llamada Primera Guerra Carlista (1833-1840), entre los “isabelinos”, que defendían el trono de Isabel II -de casi tres años- y la regencia de su madre María Cristina de Borbón, y los partidarios del infante don Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y que buscaban hacer valer la Ley Sálica.
Lo cierto es que la muerte de Tomás de Zumalacárregui (líder militar carlista) en 1835, durante el sitio de Bilbao, marcó el declinar del ejército carlista, declinar acrecentado por las victorias del general Espartero (que en realidad se llamaba Joaquín Baldomero Fernández Espartero, pero se ve que Espartero a secas lucía más…). Lo que sigue es que Rafael Maroto (general carlista) y Espartero (general isabelino) firman la paz en Oñate (Guipúzcoa) el 29 de agosto de 1839, y el 31 del mismo mes se confirma en un acto conocido como el Abrazo
No sé si realmente se dieron el abrazo, pero a Carlos María Isidro no le gustó la idea y no dio su aprobación quizás porque las conversaciones tuvieron lugar sin su consentimiento: Maroto no veía otra solución para la paz
El Convenio (firmado en el Palacio de Irizar de la localidad guipuzcoana de Vergara) derivado del abrazo expresaba de forma muy difusa la intención de Espartero de mantener los privilegios forales de Navarra y el País Vasco, privilegios que con el tiempo se perdieron, aunque en Navarra se obtuvieron ventajas fiscales muy provechosas. El ejército carlista debía entregar las armas, quienes aceptaban el Convenio serían liberados y se atendería a las viudas y huérfanos de los carlistas. Quienes no aceptaron las condiciones marcharon al exilio acompañando al pretendiente carlista.
En la actualidad, en Madrid se encuentran la Plaza del General Maroto, cerca del Matadero Municipal, actualmente sede de la Fundación ARCO; y la calle del Príncipe de Vergara, título que Espartero recibió de Amadeo I, atravesando la mayor parte del Barrio de Salamanca.
Lo cierto es que la muerte de Tomás de Zumalacárregui (líder militar carlista) en 1835, durante el sitio de Bilbao, marcó el declinar del ejército carlista, declinar acrecentado por las victorias del general Espartero (que en realidad se llamaba Joaquín Baldomero Fernández Espartero, pero se ve que Espartero a secas lucía más…). Lo que sigue es que Rafael Maroto (general carlista) y Espartero (general isabelino) firman la paz en Oñate (Guipúzcoa) el 29 de agosto de 1839, y el 31 del mismo mes se confirma en un acto conocido como el Abrazo
No sé si realmente se dieron el abrazo, pero a Carlos María Isidro no le gustó la idea y no dio su aprobación quizás porque las conversaciones tuvieron lugar sin su consentimiento: Maroto no veía otra solución para la paz
El Convenio (firmado en el Palacio de Irizar de la localidad guipuzcoana de Vergara) derivado del abrazo expresaba de forma muy difusa la intención de Espartero de mantener los privilegios forales de Navarra y el País Vasco, privilegios que con el tiempo se perdieron, aunque en Navarra se obtuvieron ventajas fiscales muy provechosas. El ejército carlista debía entregar las armas, quienes aceptaban el Convenio serían liberados y se atendería a las viudas y huérfanos de los carlistas. Quienes no aceptaron las condiciones marcharon al exilio acompañando al pretendiente carlista.
En la actualidad, en Madrid se encuentran la Plaza del General Maroto, cerca del Matadero Municipal, actualmente sede de la Fundación ARCO; y la calle del Príncipe de Vergara, título que Espartero recibió de Amadeo I, atravesando la mayor parte del Barrio de Salamanca.