Larga, blanca y radiante, como la cola de un traje de boda, la cascada del Brazal se descuelga desde una cornisa a más de 30 metros de altura y se precipita en la orilla rocosa del río Palancia formando uno de los parajes acuáticos más hipnotizadores de España.
Lo de llamarle al lugar el Salto de la Novia, sin embargo, no es por la cascada, sino porque antiguamente se decía que las novias debían saltar el río en este lugar si querían asegurarse un matrimonio feliz y fecundo. La leyenda habla de una que, al ir a saltar, resbaló y se llevó al fondo del río al novio que la quiso ayudar. No hubo boda, claro.
Desde la cascada se divisa el monte Rascaña, que acoge en su interior la misteriosa cueva del Reloj. Ésta debe su nombre a la piedra puntiaguda que vigila su entrada y cuya sombra señalaba la hora a los agricultores.
(Guia Repsol)
Lo de llamarle al lugar el Salto de la Novia, sin embargo, no es por la cascada, sino porque antiguamente se decía que las novias debían saltar el río en este lugar si querían asegurarse un matrimonio feliz y fecundo. La leyenda habla de una que, al ir a saltar, resbaló y se llevó al fondo del río al novio que la quiso ayudar. No hubo boda, claro.
Desde la cascada se divisa el monte Rascaña, que acoge en su interior la misteriosa cueva del Reloj. Ésta debe su nombre a la piedra puntiaguda que vigila su entrada y cuya sombra señalaba la hora a los agricultores.
(Guia Repsol)