Al venir Carlos V a tomar posesión de la corona de España conoció las fiestas de toros, en las que eran actores los nobles, y cuentan las crónicas que por emular a éstos tomó parte activa en algunas de aquellas y hasta llegó a matar un toro de una lanzada, en Valladolid, para festejar el nacimiento de su hijo, el que luego sería Felipe II.
A este respecto cuéntase que cuando quiso aprender a alancear, uno de los caballeros de la corte le dijo, al aleccionarle, que se fijara en lo que hacía él para que luego, imitándole, pudiera salir más airoso de su empeño.
Y refieren los historiadores que dicho caballero sufrió tan fuerte y súbita arrancada de la res al alegrarla, que sin tiempo para defenderse de ella, salió despedido y cayó violentamente. Entonces, el emperador Carlos, un tanto amoscado, aseguran que dijo:
—Esa lección no la tomo yo.
A este respecto cuéntase que cuando quiso aprender a alancear, uno de los caballeros de la corte le dijo, al aleccionarle, que se fijara en lo que hacía él para que luego, imitándole, pudiera salir más airoso de su empeño.
Y refieren los historiadores que dicho caballero sufrió tan fuerte y súbita arrancada de la res al alegrarla, que sin tiempo para defenderse de ella, salió despedido y cayó violentamente. Entonces, el emperador Carlos, un tanto amoscado, aseguran que dijo:
—Esa lección no la tomo yo.
(Carlos Fisas)