Noche del 23 al 24 de septiembre de 1916, en el poblado de Gutur, aldea de Aguilar del Río Alhama, un individuo llamado Marcelino Jiménez Lavilla entra en la habitación donde dormían su madrastra, Jenara González, y su hermana Pilar y les da muerte.
Este es uno de los crímenes más alevosos en la comarca del Alhama: el 'crimen de Gutur'. Madrastra y hermana fueron asesinadas por el expeditivo sistema de meterles plomo en el cuerpo mientras dormían plácidamente Además, el muchacho le sacudió una tremenda paliza a su hermana menor, porque no terminó de morirse con la ración de balazos.
El móvil de semejantes actos fue la ambición de Marcelino, que quería la herencia de su padre, 'Juaneras', para él solo. La investigación se complicó con el descubrimiento de un cómplice necesario, el padre de la novia de Marcelino, Manuel Soria, conocido como 'El Melenas'. Dadas las escasas luces de Marcelino, y la minuciosa estrategia con que se planearon los crímenes, el juez llegó a la conclusión de que alguien había colaborado con Marcelino y le había inducido. El cómplice necesario se demostró que era 'El Melenas'.
EL ÚNICO QUE ME HA QUERIDO
Declaración de Marcelino Jiménez, el asesino: «Mi padre era el único en el mundo que me ha querido. Mi padre, Juan Jiménez, que todo el mundo le decía 'Juaneras', llevaba fama de trabajador, y lo era, pero lo mató el estómago, que dejó de digerirle las comidas».
«Mi padre vivía para los quehaceres de la hacienda, y lo mismo labraba, que podaba, que te hacía una zanja, que levantaba un pajar, sin darse descanso. ¡Cómo trabajó! Yo creo que del nervio que tenía le vino la enfermedad. Tenía dolores en el estómago todas las mañanas, y desde hace mucho tiempo. Igual desde que la Jenara le hacía las comidas, que me decía en secreto, mi padre, que no se las ponía buenas. Le alcanzó el mal tanto, que sólo tomaba vino hervido con sopas de pan. Y lo vomitaba muchos días. Tomó asco de todo».
«Cuando murió madre, yo tendría nueve o diez años y mi hermana sólo ocho. Y padre enseguida se quiso casar porque a Jenara la conocía de siempre, que fue vecina en Gutur, aunque ella se fue a vivir a Cervera. Una mañana de domingo mi padre se bajó a Cervera con toda la determinación y sin avisar le propuso a Jenara el matrimonio. A los diez días se casaron. Yo fui a la boda, que la hizo don Ezequiel, el cura en Aguilar, y después fuimos todos a desayunar chocolate con picatostes y enseguida mi padre dijo: «Hala, a trabajar, que tenemos que podar los olivos, y cada uno a su labor». Jenara no dijo nada, pero en casa le esperaba una colada de órdago y cocinar, y limpiar a los animales. A mí me dijo padre: «Y tú a la escuela, a aprender». A Pilarín, mi hermana, no la dejaron asistir a la boda.
«Mientras vivió mi padre en la casa de 'Juaneras' era un no parar, desde el amanecer a la noche, a vueltas con la labranza y los animales. sin tregua. Así que cuando murió padre, él descansó y descansamos todos. Jenara, entonces, se hizo el ama, hasta que la maté, que en paz descanse».
"ME PARECIA QUE VAREABA LA LANA DE UN COLCHÓN"
Se confiesa autor: «...Cuando tuve que rematar a la Pilar con «la amuga de la basta» me dio mucho furor. Cuando caía el golpe en blando me parecía que vareaba la lana de un colchón, saltaba la sangre y más me enfurecía.»
«Me dio rabia que chillara y más palos la fui atizando hasta que se estuvo quieta y callada. Pilar era mi hermana pero yo no me hacía con ella, porque daba siempre la razón a madre, y Jenara no me entendía... Cuando marchamos, dejamos las paredes de la habitación todas ensangrentadas y las ropas las quemamos en el horno de la casa. Nunca creí que fuese a matarlas así. Te pones a matar y te enardeces, es cierto.»
Después de lo acontecido, los asesinos se dirigieron a Inestrillas a beber unas copas para digerir lo que habían hecho.
Al día siguiente Marcelino fue detenido por la Guardia Civil y más tarde 'el Melenas'. Instruida la causa por el juez Abentín, de Cervera, en 1918 tuvieron juicio oral, y el fiscal pidió dos penas de muerte. Rumores de la época aseguran que no perecieron en el patíbulo: al 'Melenas' lo mató una bomba en la Guerra Civil en Madrid, donde vivía. Doce años más tarde, volvió 'el Marcelino' por la comarca. Le faltaba una pierna. Llegó pidiendo limosna a Gutur y fue visto en la casa del crimen, una casa que fue escuela durante una época.
La novia formal de Marcelino, e hija del Melenas, anduvo años penando hasta que marchó de la comarca del Alhama.
Este es uno de los crímenes más alevosos en la comarca del Alhama: el 'crimen de Gutur'. Madrastra y hermana fueron asesinadas por el expeditivo sistema de meterles plomo en el cuerpo mientras dormían plácidamente Además, el muchacho le sacudió una tremenda paliza a su hermana menor, porque no terminó de morirse con la ración de balazos.
El móvil de semejantes actos fue la ambición de Marcelino, que quería la herencia de su padre, 'Juaneras', para él solo. La investigación se complicó con el descubrimiento de un cómplice necesario, el padre de la novia de Marcelino, Manuel Soria, conocido como 'El Melenas'. Dadas las escasas luces de Marcelino, y la minuciosa estrategia con que se planearon los crímenes, el juez llegó a la conclusión de que alguien había colaborado con Marcelino y le había inducido. El cómplice necesario se demostró que era 'El Melenas'.
EL ÚNICO QUE ME HA QUERIDO
Declaración de Marcelino Jiménez, el asesino: «Mi padre era el único en el mundo que me ha querido. Mi padre, Juan Jiménez, que todo el mundo le decía 'Juaneras', llevaba fama de trabajador, y lo era, pero lo mató el estómago, que dejó de digerirle las comidas».
«Mi padre vivía para los quehaceres de la hacienda, y lo mismo labraba, que podaba, que te hacía una zanja, que levantaba un pajar, sin darse descanso. ¡Cómo trabajó! Yo creo que del nervio que tenía le vino la enfermedad. Tenía dolores en el estómago todas las mañanas, y desde hace mucho tiempo. Igual desde que la Jenara le hacía las comidas, que me decía en secreto, mi padre, que no se las ponía buenas. Le alcanzó el mal tanto, que sólo tomaba vino hervido con sopas de pan. Y lo vomitaba muchos días. Tomó asco de todo».
«Cuando murió madre, yo tendría nueve o diez años y mi hermana sólo ocho. Y padre enseguida se quiso casar porque a Jenara la conocía de siempre, que fue vecina en Gutur, aunque ella se fue a vivir a Cervera. Una mañana de domingo mi padre se bajó a Cervera con toda la determinación y sin avisar le propuso a Jenara el matrimonio. A los diez días se casaron. Yo fui a la boda, que la hizo don Ezequiel, el cura en Aguilar, y después fuimos todos a desayunar chocolate con picatostes y enseguida mi padre dijo: «Hala, a trabajar, que tenemos que podar los olivos, y cada uno a su labor». Jenara no dijo nada, pero en casa le esperaba una colada de órdago y cocinar, y limpiar a los animales. A mí me dijo padre: «Y tú a la escuela, a aprender». A Pilarín, mi hermana, no la dejaron asistir a la boda.
«Mientras vivió mi padre en la casa de 'Juaneras' era un no parar, desde el amanecer a la noche, a vueltas con la labranza y los animales. sin tregua. Así que cuando murió padre, él descansó y descansamos todos. Jenara, entonces, se hizo el ama, hasta que la maté, que en paz descanse».
"ME PARECIA QUE VAREABA LA LANA DE UN COLCHÓN"
Se confiesa autor: «...Cuando tuve que rematar a la Pilar con «la amuga de la basta» me dio mucho furor. Cuando caía el golpe en blando me parecía que vareaba la lana de un colchón, saltaba la sangre y más me enfurecía.»
«Me dio rabia que chillara y más palos la fui atizando hasta que se estuvo quieta y callada. Pilar era mi hermana pero yo no me hacía con ella, porque daba siempre la razón a madre, y Jenara no me entendía... Cuando marchamos, dejamos las paredes de la habitación todas ensangrentadas y las ropas las quemamos en el horno de la casa. Nunca creí que fuese a matarlas así. Te pones a matar y te enardeces, es cierto.»
Después de lo acontecido, los asesinos se dirigieron a Inestrillas a beber unas copas para digerir lo que habían hecho.
Al día siguiente Marcelino fue detenido por la Guardia Civil y más tarde 'el Melenas'. Instruida la causa por el juez Abentín, de Cervera, en 1918 tuvieron juicio oral, y el fiscal pidió dos penas de muerte. Rumores de la época aseguran que no perecieron en el patíbulo: al 'Melenas' lo mató una bomba en la Guerra Civil en Madrid, donde vivía. Doce años más tarde, volvió 'el Marcelino' por la comarca. Le faltaba una pierna. Llegó pidiendo limosna a Gutur y fue visto en la casa del crimen, una casa que fue escuela durante una época.
La novia formal de Marcelino, e hija del Melenas, anduvo años penando hasta que marchó de la comarca del Alhama.