No está claro el motivo que animó a los historiadores a nombrar al conde Wifredo con el seudónimo de Velloso. Las hipótesis de trabajo han sido múltiples y variadas pero todas, absolutamente todas, chocan con el peso del tiempo y la falta de documentación precisa después de la pérdida del archivo de Ripoll por culpa de un incendio (1835) donde se almacenaba el saber de la Cataluña prerrománica y de sus primeros condes. Los autores que se han preocupado por estudiar la vida de Wifredo han pretendido explicar, más con la lógica de la lengua que con la certeza de las pruebas documentales, el origen del mote y la mayoría han llegado a la misma conclusión. El conde franco debió ser un personaje de abundante pelo en múltiples partes del cuerpo, especialmente en cara, manos y pecho, e incluso en zonas inverosímiles como la planta de los pies.
Otros, en cambio, argumentan que el nombre piloso podría tratarse de un título medieval derivado de los términos latinos "comes pílosus" que hacían referencia al señor de unas tierras boscosas, poco pobladas e improductivas como fueron al principio los primeros territorios condales repoblados, las tierras de Osona-Vic y Cardona. De todas formas, Rovíra i Virgili indica que en su momento se hizo una traducción equivocada de Pilos por Velloso=Peludo, cuando lo correcto hubiera sido Peloso, de pelo y no de vello. En la historia medieval española muchos fueron los reyes de abundante barba y hermosa cabellera pero ninguno fue llamado velloso o peludo, en todo caso pelirrojo por el color del pelo como fue el caso del emperador germánico Federico I Barbarroja (1152-1190).
Por lo tanto es lógico pensar que el cuerpo de Wifredo debió tener algún rasgo llamativo por su singularidad relacionado con el pelo. Tal vez una mecha en un lugar poco común o una mata en una parte infrecuente, incógnita imposible de desvelar a estas alturas de la historia cuando la memoria escrita fue pasto de las llamas, sin descartar, por supuesto, la abundancia de vello en todo el cuerpo.
(Javier Leralta)