Entre Sol y el Palacio Real, paradigmas del poder popular y el poder imperial, se encuentra la plaza de la Villa, otra de las reliquias arquitectónicas capitalinas y sede del poder civil por más de tres siglos. Recibió su nombre después de que Enrique IV de Castilla, hermano de la reina Isabel I, otorgara el título de Villa a la población de Madrid en el siglo XV. Por entonces los Lujanes, unos ricos comerciantes de origen aragonés, levantaron su vivienda allí, de estilo gótico mudejar, la más antigua de carácter civil, donde estuvo encarcelado Francisco I de Francia. Actualmente el edificio está ocupado por la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales, cuya biblioteca puede visitarse de lunes a viernes entre las 9 y las 14 horas.
El aspecto actual de la plaza se configuró a lo largo de tres siglos. El sobrino del Cardenal Cisneros mandó construir, en el XVI, el palacete, de estilo plateresco, que toma su nombre. En el solar contiguo se construyó a finales del XVII la barroca Casa de la Villa, hogar del Ayuntamiento de 1692 a 2007, cuando el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, lo trasladó al Palacio de Comunicaciones de Cibeles.
Donde la calle Mayor se cruza con Bailen, se levanta el Palacio de Consejos o palacio de Uceda, otro edificio del siglo XVII, que alberga el Consejo de Estado, actualmente cerrado al público. Enfrente se erige la Catedral de la Almudena, un templo de aspecto neoclásico que terminó de construirse en los años noventa del siglo XX, aunque las primeras proyecciones datan del siglo XVI. Junto a él, al principio de la empinada Cuesta de la Vega, descansan los restos de la muralla musulmana y de una de sus torres, la de Narigües.
(El País)