No tuvo una vida cómoda el rey Sancho IV de Castilla; a las preocupaciones heredadas de su padre se sumaba otra que pesará como una losa durante todo el reinado. Nos referimos al acuerdo entre Alfonso X y el poderoso y adinerado Gastón de Bearne de casar a la hija del vizconde, Guillerma de Montcada, con el infante Sancho. El matrimonio se celebró por poderes o mediante procuradores en la ciudad de Burgos, en abril de 1270, sin la presencia de los novios, con la fórmula tradicional de esos casos, es decir, "sponsalia per verba de presentí", que significaba que ambos cónyuges se comprometían a desposarse como si fuera una ceremonia real aceptando las mismas obligaciones y responsabilidades legales que el derecho canónico establecía para cualquier enlace. La diferencia es que los novios, aún muy jóvenes -Sancho no había cumplido los doce años- no se conocían ni seguramente se conocerían por diferentes razones. Guillerma era una fuente inagotable de virtudes negativas que espantaban a los hombres. Era famosa por su mal carácter, por su bravura y por su fealdad, pero era rica, muy rica -motivo de la boda-; en cambio Sancho, que también tenía un carácter de cuidado, llevaba en su corazón a otra dama de la que sí estaba realmente enamorado, se llamaba María de Molina y resulta que era su tía. Sería el amor de su vida. Aquel matrimonio de intereses pesó como una espada de Damocles a lo largo de todo el reinado. Los dineros recibidos desde Castilla para conseguir el acta de anulación no debieron ser suficientes porque la Iglesia tardó mucho tiempo en regular el matrimonio entre Sancho y María, tanto que cuando vieron que no había razones para seguir con la premeditada tardanza, el monarca ya había fallecido y era necesario legitimar la descendencia del joven Fernando IV. Ocurrió en tiempos de Bonifacio VTII, dos años después de morir Sancho IV. El rey llegó incluso a contratar a un fraile dominico para que falsificara la dispensa papal que diera por válido su enlace con María de Molina, pero la trampa fue descubierta a tiempo. Según parece, en Marzo de 1292 los reyes recibieron una bula, de nombre Proposita nobís, en la cual el pontífice Nicolás IV legitimaba el matrimonio entre Sancho y María, pero años después se comprobó que el documento era falso y que debió redactarse a la muerte del papa, producida el 4 de abril de aquel año.
El monarca fue acusado de bigamo y hasta el papa Martín IV (1281-1285) obligó a los jóvenes a separarse por vivir en grave pecado. No olvidemos que además de ser parientes cercanos, el rey estaba legalmente casado con otra mujer. Entre ambas damas tuvo Sancho varias aventuras amorosas, propias de la edad y la época, que terminaron con dos niñas ilegítimas, de nombre Violante y María, nacidas de su relación con María Alfonsa de Uceda, prima de María de Molina.
(Javier Leralta)