Después de darle dos hermosas niñas, la reina María-Cristina cuidó a su regio esposo con cariñosa solicitud de enfermera, durante la larga dolencia que acabó con su vida; los cortesanos admiraban la abnegación de aquella reina joven, valiente y hermosa. Sorprendiendo a todos, tres meses después de fallecer el rey, se casó secretamente con Fernando Muñoz, apuesto oficial de la Guardia de Corps, al que el pueblo español empezó a llamar "Femando VIII", por su influencia sobre la reina regente. "La boda ha sido secreta, pero los embarazos son públicos", decía la Condesa de Campo Alange. Los hijos eran enviados a Francia al poco de nacer, pero el parto tenía lugar en Palacio. La fama de María-Cristina sufrió con ello y, su anterior comportamiento, se fue olvidando, quedando definitivamente desacreditada como reina gobernadora.
(Anecdotario Histórico Español)