El local llama la atención, nada más entrar, por su espacio diáfano y amplio, todo decorado con maderas torneadas, espejos, óleos y una barra también de madera iluminada por bolas de luz colgadas de cadenas.
El pavimento es claramente de otro siglo y las mesas, como buen local modernista, son de mármol blanco con patas de hierro forjado y las sillas de madera. Todo un conjunto que otorga al Cafè del Centre un ambiente cálido, agradable y sosegado.
Su amplio horario permite que el bar sea conocido tanto por su chocolate a la taza como por las tapas que sirve, como, por ejemplo, tacos de queso semi curado, fuet, jamón serrano o croquetas caseras, de gustos tan dispares como cabrales, bacalao, morcilla o espinacas.
(Bares auténticos)
(Bares auténticos)