Junto con el emblemático Parque Güell, el Parque de la Ciudadela es, probablemente, uno de los más queridos por los barceloneses.
Se encuentra ubicado en lo que hasta la revolución de 1868 fue una ciudadela, fortificación militar de la que el recinto tomó su nombre. El trazado original del parque fue un proyecto que el arquitecto Josep Fontseré –quien también llevó a cabo otros como el Parque Samà de Cambrils– ideó en 1872, pero años más tarde se decidió modificar el diseño para que el parque albergase la Exposición Universal de 1888, que tuvo lugar en la Ciudad Condal. El evento supuso el nacimiento de la moderna ciudad de Barcelona y proyectó a la urbe catalana como símbolo de la burguesía y la industria.
La exposición dejó en la Ciudadela un importante legado arquitectónico, como el Castillo de los Tres Dragones o el Arco
del Triunfo.
El recinto se ha establecido como uno de los espacios verdes más acogedores para huir del ajetreo de esta gran ciudad. Abundan las zonas amplias de césped en las que descansar o comer, paseos arbolados como los de Tillers, Pujades o los Álamos, y por supuesto, una gran diversidad vegetal que recoge tilos, palmeras azules, magnolias, árboles de la seda, pinos australianos o madroños, entre otras muchas variedades, además de árboles de interés local como
un naranjo de Luisiana o una acacia de Constantinopla.
También, un centenar de especies de aves que harán las delicias de los amantes de la ornitología.
Entre las 17 hectáreas de extensión que ocupa se cuentan diferentes instalaciones, como el Museo de Zoología o el de Geología, a lo que se suman las 14 hectáreas del zoológico.
Asimismo, el Parque de la Ciudadela, declarado Jardín Histórico Artístico en 1951, conserva algunos restos de la antigua fortificación, como el que fuera el Palacio del Gobernador o el Arsenal, hoy convertido en el Parlamento de Cataluña
(20 minutos)
Se encuentra ubicado en lo que hasta la revolución de 1868 fue una ciudadela, fortificación militar de la que el recinto tomó su nombre. El trazado original del parque fue un proyecto que el arquitecto Josep Fontseré –quien también llevó a cabo otros como el Parque Samà de Cambrils– ideó en 1872, pero años más tarde se decidió modificar el diseño para que el parque albergase la Exposición Universal de 1888, que tuvo lugar en la Ciudad Condal. El evento supuso el nacimiento de la moderna ciudad de Barcelona y proyectó a la urbe catalana como símbolo de la burguesía y la industria.
La exposición dejó en la Ciudadela un importante legado arquitectónico, como el Castillo de los Tres Dragones o el Arco
del Triunfo.
El recinto se ha establecido como uno de los espacios verdes más acogedores para huir del ajetreo de esta gran ciudad. Abundan las zonas amplias de césped en las que descansar o comer, paseos arbolados como los de Tillers, Pujades o los Álamos, y por supuesto, una gran diversidad vegetal que recoge tilos, palmeras azules, magnolias, árboles de la seda, pinos australianos o madroños, entre otras muchas variedades, además de árboles de interés local como
un naranjo de Luisiana o una acacia de Constantinopla.
También, un centenar de especies de aves que harán las delicias de los amantes de la ornitología.
Entre las 17 hectáreas de extensión que ocupa se cuentan diferentes instalaciones, como el Museo de Zoología o el de Geología, a lo que se suman las 14 hectáreas del zoológico.
Asimismo, el Parque de la Ciudadela, declarado Jardín Histórico Artístico en 1951, conserva algunos restos de la antigua fortificación, como el que fuera el Palacio del Gobernador o el Arsenal, hoy convertido en el Parlamento de Cataluña
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