Esta es la historia:
Corría el año de 1972. Samuel Bonston, el gran productor de cine, acababa de arruinarse tras su última superproducción rodada en Madrid: "El Fabuloso Mundo del Circo".
Bronston había montado unos estudios de cine fabulosos en Las Matas, tal y como podemos conocer en detalle en el interesante blog, Historias Matritenses.
Todo aquel imperio cinematográfico se vino abajo tras la ruina económica del productor.
Entonces fue cuando Bronston regaló a los madrileños tres dromedarios que había utilizado en sus películas.
Los tres tilópodos fueron alojados en el zoo de Madrid.
¿Qué mejor ocasión para lucir los nuevos animales que la cabalgata de Reyes?
Hasta entonces los magos habían montado sobre caballos, pero la idea era tentadora.
Así se hizo. No fue fácil que sus majestades se hicieran con los dromedarios, ya que son animales difíciles de gobernar. En su primera cabalgata con dromedarios, los reyes lo pasaron regular, sobre todo cuando uno de los bichos se encabritó,lanzando al rey Melchor por los aires.
Afortunadamente no sufrió daños relevantes.
La segunda vez no ocurrió ningún percance, pero, durante los ensayos de la tercera, el rey Baltasar fue despedido violentamente de su montura sufriendo contusiones de diversa índole y una fractura.
Nuevamente los Reyes Magos volvieron a los caballos, mucho más sencillos de montar,
aunque fue por poco tiempo, ya que se consideró más prudente instalar a sus majestades de oriente en vehículos de motor.
¡A caballo, en dromedario o en carroza, lo importante es que los Magos se porten bien con nosotros!
(Caminando por Madrid)