Cuenta la historia que desde aquí partió en 1492 Boabdil, el último rey de Granada, para entregar a los Reyes Católicos las llaves de la ciudad.
Años más tarde, en 1573, se construye en el lugar el Convento de los Carmelitas, del que el propio San Juan de la Cruz fue prior entre 1582 y 1588. Posteriormente, el convento fue destruido y un bonito palacete de estilo neoclásico se levantó en su lugar.
La finca fue pasando de mano en mano hasta que en 1891 su nuevo dueño concede al lugar el esplendor que siempre había merecido: lo dota de bonitas avenidas, añade al palacete un espectacular techo de madera morisco, convierte el estanque en lago y dispone aquí y allá cascadas, grutas, fuentes y esculturas.
En 1943 recibe la declaración de Jardín Histórico Artístico, pero el proyecto posterior de levantar un hotel dentro del recinto hizo desaparecer buena parte de las zonas verdes. En este remanso de paz donde huir del calor y de los miles de turistas que abarrotan La Alhambra conviven árboles frutales con varios tipos de jardines: el español, del que poco se conserva hoy; el inglés, conformado por un denso bosque de palmeras; y el francés, con los naranjos característicos de los jardines granadinos. Imprescindibles son el patio nazarí, el acueducto y el huerto, este último muy bien restaurado.
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