Nació en 1838 y morirá este 2017. Es El Ingenio, una tienda sin igual en Barcelona, especializada en imaginería de fiesta mayor, en artículos de circo, de broma, de magia… No es que la compra de unos zancos profesionales sea habitual. Tampoco parece una urgencia, de aquellas de bajo un momento al paquis a por Ruffles y unas aceitunas, la necesidad de comprar un cabezudo con la cara de Picasso, pero a eso se dedicaban en El Ingenio, para placer en vida, por ejemplo, de Joan Brossa, que hasta les obsequió con una de sus letras gimnastas, y ya no lo harán más. Al doctor y alcalde Xavier Trias se le acusó de ser incapaz de detener la hemorragia comercial de Barcelona. Ada Colau no ha demostrado mejor mano en ello.
La tienda, escondida en la calle de Rauric, pero a 10 pasos de Ferrán, o sea en la yema comercial de la ciudad, ya pilló una neumonía hace un par de años cuando la última de la saga familiar que había dirigido el establecimiento durante los últimos 100 años, Rosa Cardona, anunció que se jubilaba y que, por falta de candidatos idóneos para un traspaso en como se merecía el taller artesanal de la tienda, iba a bajar la persiana.
El número de los sables
Fue una sorpresa inesperada, una feliz noticia entre tanta pérdida de tiendas con pedigrí, lo que sucedió hace poco menos de un año. Se anunció un traspaso. Había salido al rescate de El Ingenio otro negocio centenario de la ciudad, El Rey de la Magia, abierto al público en la calle de la Princesa desde 1881. Hasta había algo de gracioso en ello. El Ingenio era como esa bella que se mete en escena en un cesto y que, para pasmo del público, es atravesado por una docena de sables. Lo que Pau Martínez, el actual rey de la magia hizo fue todo un número de prestigitación, la bella salió viva del cesto, pero parece que herida.
“Tras un año de trabajar y luchar muy ilusionados, hemos tenido que claudicar”, ha comentado Pau a través de un comunicado. Le echa la culpa a lo persistente de la crisis, “pero también a la negativa de la propiedad de realizar alguna revisión o adecuación temporal de las condiciones económicas pactadas, más aún cuando está prevista que la rehabilitación de la finca dificulte la nomal actividad de la tienda”. Es un obituario muy triste y prosaico para una tienda con tanto encanto.
El Ingenio nunca dejaba de sorprender. Se podía visitar 10 veces consecutivas y en cada ocasión se descubría algo nuevo. La tienda era añeja, con mostradores de madera, no muy grande, pero era el contenido de los estantes lo que más cautivava. Eso, al menos un poco, sobrevivirá. Martínez ha anunciado que ese fondo de artículos, sobre todo los relacionados con el atrezzo indispensable para una fiesta popular como corresponde, tendrá una segunda vida en El Rey de la Magia.
(El Peródico)