“Cuenta la leyenda que unas peregrinas, al acogerse en el albergue del monasterio, sedujeron a otros tantos monjes del cenobio de San Martín. El abad Guillermo (San Guillermo es el santo de la zona de Peñacorada) vigiló las salidas de los monjes y confirmó la sospecha de los escarceos amorosos entre los monjes y las peregrinas. Como castigo de su pecado, convirtió a las peregrinas en sirenas del río Tuéjar, que cantan en la noche de San Juan y obligó a los monjes, como penitencia y castigo, a edificar la iglesia, tallando sus capiteles y aleros con imágenes de las sirenas, en recuerdo de su pecado.
La Mitología griega consideraba a las sirenas como hijas del rey Aqueo de Grecia y de Gea, (la tierra). Ya desde la antigüedad, la leyenda atribuye a las sirenas el uso de un canto muy dulce, con el cual atraían a los caminantes y navegantes para devorarlos.
A veces se confunden con las ninfas, conocidas como janas o xanas. Las sirenas se representaban en forma de mujer-pájaro o en forma de mujer-pez y habitaban en arrecifes y rocas, junto al agua. Son símbolo del deseo y de la tentación, por su atractivo femenino y al mismo tiempo, también significaban la destrucción, ya que, por su forma monstruosa, destruyen el encanto producido por su dulce música, por la belleza de su rostro y la hermosura de su busto.”
(Hostel urbano rio Cea)