Y al final del Darro, vamos a parar a una alameda más ancha llena de terrazas. Este paseo conocido como el de los tristes, toma su nombre porque antiguamente -suelo de tierra- este era el camino de los cortejos fúnebres hacia el cementerio. Si en la Acera del Darro es la Torre de la Vela la que se nos cae encima, en los Tristes se nos aparece la Alhambra enterita colgando sobre nuestras cabezas.
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