Esta playa de Asturias es realmente curiosa: junto a la desembocadura del Río Vallina, tiene forma de embudo, lo cual hace que desde sus 150 metros de arenal no se llegue a ver el mar en el horizonte. Esto es así sobre todo durante la bajamar. En cambio, cuando la marea sube, el mar de color esmeralda entra por el canal formado a lo largo de los siglos. El agua mansa, casi una piscina, es ideal para los juegos infantiles. Suele estar muy concurrida, por lo que es mejor madrugar para pasar en ella un buen día de playa.
(National Geographic)