La leyenda narra que Echeide era la entrada al mismo infierno, al ser un volcán aún activo y con erupciones de gran repercusión, en cuyo interior habitaba el demonio Guayota (traducido como "El destructor" en la mayoría de crónicas de la historia), un demonio ancestral (que guarda gran similitud con los genios Djinn del desierto) de gran poder y guardian de la entrada al inframundo, que manejaba a su voluntad los ríos y estallidos de lava del volcán.
Los Guanches, entregaban gran número de ofrendas al volcán para aplacar la ira de Guayota, quién contenía la furia del volcán para que pudieran seguir viviendo. Incluso, en la actualidad, se han podido encontrar ánforas y vasijas en recovecos de la planicie mas baja del Teide, restos de las diversas ofrendas que el pueblo tinerfeño hacía a la deidad. Pero poco a poco, Guayota castigaba con mas frecuencia a los canarios con lava y fuego. Guayota, no conforme con el sufrimiento que ya ocasionaba, raptó en una ocasión a Magec, dios de la luz y el sol, encargado de hacer que el astro raray saliera y se ocultara cada día (mas que curiosa similitud mitológica con la barca del sol del dios Ra), por lo que el día y la noche se fundieron en una eterna oscuridad.
Cansados del martirio, los aborígenes pidieron ayuda a Achamán el dios de los dioses aborígenes. Achamán consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas de Echeyde y taponar el cráter. La leyenda cuenta que el tapón que puso Achamán es el llamado Pan de Azúcar, el último cono, de color blanquecino, que corona el Teide. Desde entonces, Guayota permanece encerrado en el interior del Teide. Cuando el Teide entraba en erupción, era costumbre que los guanches encendieran hogueras con el fin de espantar a Guayota o bien, según otra versión, para que a si Guayota lograra salir de Echeyde, creyera que seguía en el infierno y pasase de largo.
A Guayota se lo representaba a menudo como un perro negro, acompañado de los Tibicenas (otro gran misterio, cuya casuística sigue dándose y destacándose aún en la actualidad, dando origen a una de las investigaciones mas extensas y metódicas a manos del investigador Luis Javier Velasco), su hueste de demonios. En muchos tubos volcánicos del Teide se han encontrado restos de ofrendas y vasijas con alimentos, por lo que se sabe que los guanches hacían ofrendas en la morada de Guayota (el Teide) para aplacar la ira de este demonio. A partir de entonces, los cuentos de los mas ancianos narran que aún se escuchan en las cumbres de Tenerife los alaridos furiosos del dios Guayota, iracundo por su cautiverio dentro del gran volcán, y aunque no son mas que cuentos, son estas historias, recuerdos de nuestros ancestros, las que inundan de magia nuestro archipiélago.
(Canarias Misterio)