Elciego tiene dos pequeños dramas. El primero: que los periodistas y visitantes hemos escrito mal su nombre tropecientas mil veces. El segundo (que en el fondo revitalizó el pueblo): la titánica presencia del hotel Marqués de Riscal, la enésima obra icónica de Gehry y principal atractivo de este lugar.
Pero a su vez se podría considerar un drama por ese monopolio que ejerce en una villa con mucho más patrimonio, formado por calles medievales, casonas blasonadas y un par de iglesias sorprendentes como la Iglesia de San Andrés, que destaca por la estampa casi militar de su exterior y por su recargada decoración interior o la ermita de la Virgen de la Plaza, uno de esos extraños ejemplos de templo de planta octogonal.
(Traveler)
Elciego tiene dos pequeños dramas. El primero: que los periodistas y visitantes hemos escrito mal su nombre tropecientas mil veces. El segundo (que en el fondo revitalizó el pueblo): la titánica presencia del hotel Marqués de Riscal, la enésima obra icónica de Gehry y principal atractivo de este lugar.
Pero a su vez se podría considerar un drama por ese monopolio que ejerce en una villa con mucho más patrimonio, formado por calles medievales, casonas blasonadas y un par de iglesias sorprendentes como la Iglesia de San Andrés, que destaca por la estampa casi militar de su exterior y por su recargada decoración interior o la ermita de la Virgen de la Plaza, uno de esos extraños ejemplos de templo de planta octogonal.
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