La capital de la Rioja Alavesa, Laguardia, resiste a los encantos vitivinícolas en su núcleo medieval. No es que no quiera saber nada del vino, simplemente lo deja fuera de sus murallas con el objetivo de que no ensombrezca a la docena de calles estrechas que forman su abigarrada planta. Subiendo y bajando por ellas se pueden encontrar muchas cosas bonitas, como su famoso pórtico policromado de Santa María de los Reyes o el divertido carillón de su ayuntamiento. Pasando por cualquiera de sus cinco puertas se admira la muralla exterior y arranca un camino de circunvalación con vistazas de la Sierra de Cantabria y alguna que otra sorpresilla contemporánea como Bodegas Ysios. (Traveler)