Al norte de la accidentada sierra Mágina, erguida violentamente sobre la campiña de Jaén, destaca el caserío de Bédmar, que ilustra con claridad la presencia musulmana en la comarca. De hecho, el paisaje de olivar y huertas que ocupa las vegas, data del siglo VIII, cuando algunas familias árabes se asentaron en Xaudar (Jódar), Walinn (Huelma) y otros pueblos de la sierra.
Uno de los rasgos comunes de estas localidades es su castillo, que a veces se levantó sobre restos de fortalezas anteriores, romanas o visigodas. Estos castillos se extendieron por la región apoyados por torres de vigilancia, aún visibles sobre las colinas, que servían para hacer frente a las rebeliones de los muladíes contra la aristocracia árabe. De esa época es el castillo de Bédmar, que sería conquistado en el siglo XIII por los ejércitos de Fernando III.
Posteriormente, el pueblo pasó a pertenecer a la Orden de Santiago y conoció cierto auge gracias a una pujante industria de la seda. Pero en el siglo XVII, la peste, las sequías y las plagas de langosta asolaron toda la región y también afectaron a este núcleo, que hoy parece desperezarse de un largo sueño.
El viajero que se asome al cerro del castillo, tendrá a sus pies un caserío de aire apacible, que tiene su barrio más humilde a las puertas de la fortaleza. En la parte baja, sobre los tejados, destaca la iglesia de la Asunción, con una caprichosa ornamentación renacentista.