Con el inicio de la carrera espacial y la necesidad de mantener el contacto con las sondas espaciales de forma permanente, los técnicos de la NASA buscaron crear una red de varios puntos sobre la Tierra desde la que poder tener controladas todas sus misiones a cualquier hora del día sin que el movimiento de rotación de nuestro planeta fuera un impedimento. El primero de ellos fue Pasadena, California, donde ya estaban varios laboratorios de la agencia. Luego se construyó otro centro en Camberra (Australia) y el tercero se situó inicialmente en Sudáfrica, hasta que el régimen político del apartheid obligó a EEUU a trasladar estas instalaciones justo antes de iniciar las misiones Apollo.
La NASA se vio en la necesidad de encontrar un lugar más o menos en la misma longitud que Sudáfrica, que contase con aeropuerto y universidades en sus proximidades y que fuese un valle abierto al sur y con montañas que protegieran el norte y los laterales de las posibles interferencias.
Así llegó la NASA a Robledo de Chavela en 1964, cuando se empezó a construir una antena de 26 metros de diámetro, que se estrenó con la misión Mariner 4 a Marte, en julio de 1965. Ahora operan siete antenas, la más grande de 70 metros de diámetro.
Desde aquí han participado en casi todas las misiones Apollo –incluyendo la que puso al primer hombre en la Luna- y también fueron los únicos capaces de contactar con el robot ‘Spirit’ cuando vagaba incomunicado por el suelo de Marte. Desde estas instalaciones también se mantiene el contacto con misiones muy antiguas, como las Voyager, que lleva surcando el espacio desde comienzos de los años 70 y se encuentra ya a las afueras del Sistema Solar. Por supuesto participan en las misiones actuales de la NASA como la Cassini-Huygens en Saturno, la Mars Globlal Surveyor y los rovers exploradores (Spirit y Opportunity) en Marte entre otras.
(telescopios.org)