El nombre de Tronchón está asociado al Quijote, que alabó su preciado queso, a la venta en algunos establecimientos del pueblo. Pero el mínimo núcleo ofrece sobre todo la sorpresa de un caserío intacto, muy pintoresco, cuyo apogeo se remonta a los templarios, que se establecieron aquí tras la Reconquista.
Su carácter fronterizo lo mantuvo a merced de muchas contiendas, como la guerra de la Independencia, las guerras Carlistas y, en el siglo pasado, la Guerra Civil. En ésta última, que causó grandes daños en la comarca, se salvó milagrosamente la iglesia parroquial, un espléndido edificio del siglo XVI, con portada plateresca y coronada por una gran torre barroca. En el interior del templo son dignos de mención los retablos, algunos lienzos y una bonita custodia del siglo XV.
Muy cerca de la iglesia se encuentra el Ayuntamiento, así como la antigua cárcel y una lonja en la que se celebraban juicios y mercados. El recorrido por el pueblo permite observar una mimada arquitectura popular en la que destacan los aleros, algunos arcos de la muralla, la casa rectoral, el viejo lavadero y el palacio del marqués de Valdeolivo.
(Pequeños pueblos medievales)