La mínima localidad de Albarca, situada junto al puerto del mismo nombre, en una zona apartada de Priorat, refleja la paulatina despoblación de la zona y sólo cobra animación durante la fiesta Mayor, en agosto.
Las calles, aletargadas el resto del año, transitan entre edificios de piedra que mantienen su primitiva fisonomía y se arraciman en lo alto de una pequeña loma, donde se aprecian los restos del antiguo castillo, hoy parcialmente ocupado por algunas viviendas.
Una agradable plazuela que también ocupa el solar de la antigua fortaleza, ofrece la posibilidad de disfrutar un rato de calma, entre matas de flores y escuchando el murmullo de una fuente cercana, donde mana un caño de agua, que escasea durante el estío.
Mirador sobre las sierras
Al lado del castillo se asienta la pequeña iglesia románica de Sant Vicent, junto a lo que parecen los restos del antiguo cementerio, en un delicioso rincón. Y asomándose al entorno, una pared de piedra hace de mirador sobre las cercanas sierras de la Llena y de Gritella.
(Pequeños pueblos medievales)