El nombre de Cataluña aparece por primera vez en un texto extranjero del siglo XII que relata una expedición a Mallorca.
Más tarde, en las actas de Ramón Berenguer IV empezó a utilizarse el término a partir de 1149 y unos años después se empleó con más frecuencia con la finalidad de diferenciar su patrimonio con respecto al del Reino de Aragón. Se trata, pues, de una expresión diplomática referida a la cancillería para explicar que Caraluña es una región con rasgos históricos distintos, con su propia lengua, legislación y tal vez con un sentimiento de identidad colectivo y una conciencia de grupo.
En cambio, otras versiones citan -como posible origen de la palabra- a un pueblo bárbaro, quizá godo o alano, de nombre catalauni, asentado desde tiempos lejanos en el nordeste peninsular.
Otra referencia (siglo XVI) recuerda la figura de un héroe local, de nombre Oter Cátalo, como padre etimológico de la palabra.
El nombre de Cataluña aparece por primera vez en un texto extranjero del siglo XII que relata una expedición a Mallorca.
Más tarde, en las actas de Ramón Berenguer IV empezó a utilizarse el término a partir de 1149 y unos años después se empleó con más frecuencia con la finalidad de diferenciar su patrimonio con respecto al del Reino de Aragón. Se trata, pues, de una expresión diplomática referida a la cancillería para explicar que Caraluña es una región con rasgos históricos distintos, con su propia lengua, legislación y tal vez con un sentimiento de identidad colectivo y una conciencia de grupo.
En cambio, otras versiones citan -como posible origen de la palabra- a un pueblo bárbaro, quizá godo o alano, de nombre catalauni, asentado desde tiempos lejanos en el nordeste peninsular.
Otra referencia (siglo XVI) recuerda la figura de un héroe local, de nombre Oter Cátalo, como padre etimológico de la palabra.
(Javier Leralta)