Tradición.—En el terreno de esta calle tenía sus propiedades un hombre llamado Juan de Dios. En una noche de gran avenida por el arroyo de Leganitos, las aguas destruyeron su hacienda, dejándole en la miseria, al punto de que imploraba luego la caridad pública a la puerta del oratorio de San Leonardo.
(Carlos Cambronero)