Extremadura tiene el privilegio de conservar una amplio abanico de costumbres gracias a su especial emplazamiento geográfico, por el que quedaron preservados sus más genuinos focos de cultura popular.
Las carreras de gallos, que tienen lugar anualmente en Albalá, forman parte de esa tradición singular y sus habitantes las miman como uno de sus tesoros más preciados. El Carnaval de Albalá, que se celebra durante una semana, ha servido tradicionalmente de pretexto para esta competición, que se desarrolla el Lunes, Martes y Miércoles de Ceniza con gallos, mientras que las cintas se reservan para el domingo, último día de las fiestas.
La prueba consiste en decapitar un gallo al galope con la ayuda de un palo. Para ello se instala boca abajo un gallo en una soga cuyos cabos están anclados a dos carros antiguos, dispuestos en posición vertical. Cada año intervienen entre cien y ciento cuarenta jinetes que toman la salida de uno en uno azotando a su caballo para que alcance la máxima velocidad. De la conjunción entre la fuerza del jinete y la velocidad del caballo depende el éxito de la prueba. Según la tradición, todo el que consiga cortar el cuello al gallo debe llevárselo a casa para comerlo en familia. El caballo es el protagonista por excelencia de esta carrera y los jinetes no escatiman a la hora de acicalarlos con toda clase de galas ecuestres. Siguiendo la tradición, el caballo se engalana con unas preciosas mantas de pana sobre el lomo que después cubrirá en parte la montura y unas madroñeras a modo de faldones. Por supuesto, el jinete no podía ser menos y también se viste para la ocasión con el traje típico, compuesto básicamente por una chaqueta corta, sombrero al uso y pantalón de vaquero parecido al que utilizan los rejoneadores. Por su narte, las mujeres asisten a la carrera vestidas de refajo, con el traje tradicional de la tierra, un gran pañuelo multicolor a modo de mantón de Manila y flores en la cabeza.
(Fiestas de España)