El imponente castillo de Vélez Blanco parece una estampa de la Italia renacentista trasladada a un escenario totalmente ajeno, las faldas de la sierra María, en el interior almériense. De hecho, en la construcción de esta fortaleza, levantada en el siglo XVI sobre una alcazaba de Boabdil, intervinieron artistas italianos que dejaron su firma inconfundible en la galería porticada, abierta como un mirador sobre los tejados.
El recorrido del castillo apenas permite entrever el lujo de sus antiguos salones, ya que sus principales tesoros, entre ellos el patio de Honor, realizado con mármol de Carrara, Son la joya del Metropolitan Museum de Nueva York.
En cualquier caso la visita merece la pena, sobre todo para disfrutar las excepcionales vistas
que ofrece el torreón y las terrazas. Desde ellas se aprecia el trazado medieval del barrio de la Morería, adosado a la muralla y el monumental convento de San Luis, fundación franciscana del siglo XVI que ocupa un tranquilo paraje a las afueras.
En el recorrido del pueblo, no se debe pasar por alto las iglesias de La Magdalena y Santiago Apóstol y las numerosas fuentes: la Novia, los Cinco Caños o la de Caravaca, que ponen una nota de frescor en las estrechas calles del caserío.
(Pequeños pueblos medievales)