Todo era paz y sosiego en los acantilados vírgenes de Loiba hasta que el llamado banco más bonito del mundo empezó a atraer a miles de visitantes. Unos 800 metros lo separan de la playa de Picón, un tramo que se recomienda cubrir a pie.
Un mirador señala la escalinata de bajada a la playa, muy bien dotada de arena blanca. Purísima, rectilínea, en estado virgen y apta para el baño, Picón se recomienda para deleitarse con la vista y el paseo de 470 metros al amor de las olas. Cubre al poco de entrar, lo que implica extremar las precauciones ya que además no hay socorrista. Tan bravia resulta que los temporales de este año arramblaron con las duchas. Rafael Prieto, cuidador del icónico banco, apunta un dicho popular: si se acumulan algas en la zona de playa situada bajo el viejo molino, al día siguiente lloverá.
Un mirador señala la escalinata de bajada a la playa, muy bien dotada de arena blanca. Purísima, rectilínea, en estado virgen y apta para el baño, Picón se recomienda para deleitarse con la vista y el paseo de 470 metros al amor de las olas. Cubre al poco de entrar, lo que implica extremar las precauciones ya que además no hay socorrista. Tan bravia resulta que los temporales de este año arramblaron con las duchas. Rafael Prieto, cuidador del icónico banco, apunta un dicho popular: si se acumulan algas en la zona de playa situada bajo el viejo molino, al día siguiente lloverá.
(El País)