Montblanc es, sobre todo, un pueblo épico de murallas afiladas, torres señoriales, puertas inexpugnables y puente románico.
Lo que guarda dentro es un casco histórico ejemplar, con un indiscutible halo medieval que comulga con su aspecto exterior. No solo destaca su conservación, sino su tamaño, logrando transportar al visitante a otra época.
Su monumento más destacable es la Iglesia de Santa María la Mayor, conocida como la catedral de la montaña, aunque el Convento de San Francisco y el Palacio Real merecen algo más que la simple fotografía de rigor.
Su monumento más destacable es la Iglesia de Santa María la Mayor, conocida como la catedral de la montaña, aunque el Convento de San Francisco y el Palacio Real merecen algo más que la simple fotografía de rigor.
(Travelers)