Briñas tiene ese trazo irregular de todo buen paraje rural español. El encanto de lo imperfecto, de las esquinas eclécticas, de la ausencia de ordenación urbanística clara. Y eso le dota de un don difícil de encontrar: que todos sus rincones sean bellos y especiales. La
conclusión de un día aquí no puede obviar conceptos tan manidos y justos como Viaje en el tiempo' o 'idílico lugar'. Y entre tanto batiburrillo armonioso destaca su iglesia de la Asunción y su mítico y coqueto Humilladero.
(Traveler)