Un año, precisamente durante los carnavales, el loro se dio un atracón de pasteles, cogiendo tal empacho que murió. Los vecinos de Pontevedra quedaron tan impresionados y consternados por la muerte del loro que, no contentos con organizarle un emotivo velatorio y entierro, decidieron dedicarle cada año los carnavales, en que se conmemora la triste pérdida.
(Tus casas rurales)