A estas alturas de la vida, solo hay dos verdades absolutas sobre Ezcaray: ir a Echaurren debería ser una peregrinación anual (si no mensual) y sus mantas no entienden de modas. Pero ¿y eso es todo? Pues no, hombre, no. Ezcaray es también un pueblo bonico que acoge a todo excursionista (desde el dominguero senderista hasta el foodié) por donde pasear después de una gran comilona (sea por gula o por avituallamiento). Sus edificios están a medio camino entre las casitas humildes de montaña y las grandes mansiones de la los pueblos de labranza como el Palacio de los Condes de Torremurquiz.
(Traveler)