Sobre una colina rodeada de antiguas marismas, que sirvieron para el cultivo tradicional del arroz, se alza la pequeña localidad de Pals, nombre que procede precisamente del latín palus (terreno pantanoso). Aunque su poblamiento es muy antiguo, aparece citada por primera vez en el siglo IX y fue rodeada por una muralla en el XII, de la que se conservan cuatro torres cuadradas.
Tras ser testigo de varias contiendas, la fortaleza de Pals fue destruida y hoy su recuerdo es la famosa torre de las Horas, rematada por un campanario gótico y convertida en símbolo de la villa. Junto a la torre, el mirador Josep Plá ofrece excelentes vistas del Empordá y del litoral, incluyendo las islas Medes.
En el paseo por el llamado barrio gótico de Pals merece también la pena detenerse en la iglesia de Sant Pere, iniciada en el siglo X con base románica, ábside gótico y portada barroca.
Desde la iglesia, la calle Major conduce hasta la plaza, que aún conserva el arco gótico de lo que posiblemente fue una lonja cubierta. Cerca de la plaza Major, se alza una casa fortificada, Ca la Pruna, que alberga un interesante museo de arqueología submarina.
(Pequeños pueblos medievales)