En Cataluña, cuando llega el invierno, es el momento de los calçots, sobre todo en la región cercana al municipio tarraconense de Valls. Son cebollas tiernas, entre puerro y cebolleta, y reciben su nombre del verbo calçar (en catalán cubrir con tierra) porque es lo que se hace durante su cultivo. Más que una tradición, comer calçots es un ritual en el que no no pueden faltar, el fuego, los baberos y la salsa en abundancia.
Hasta el mes de abril, aunque siempre depende de las temperaturas, es posible comer calçots en muchos lugares, pero no en todos se sirven los auténticos. La receta tradicional habla de brasas de sarmientos y platos que son tejas, pero bien es verdad que también aquí se ha introducido la vanguardia, pues no siempre es posible tener una cocina de leña. Nunca fallan el babero, también en las mesas elegantes, ni el romesco para salsa.
(Guía Repsol)
Hasta el mes de abril, aunque siempre depende de las temperaturas, es posible comer calçots en muchos lugares, pero no en todos se sirven los auténticos. La receta tradicional habla de brasas de sarmientos y platos que son tejas, pero bien es verdad que también aquí se ha introducido la vanguardia, pues no siempre es posible tener una cocina de leña. Nunca fallan el babero, también en las mesas elegantes, ni el romesco para salsa.
(Guía Repsol)