Al principio del carrer del Clot, en Barcelona, existe un peculiar edificio, hoy convertido en restaurante, que se denomina "La Torre de Fang" (la Torre de Barro). Aunque muy reformado parece que fue construido en el siglo XII. De lo que no hay duda es de que se trata de la construcción mas antigua del barrio. Tiene además su leyenda que se refiere a la Princesa Dulce de Provenza, esposa del Conde Ramón Berenguer.
Cuando la dama se trasladó a Barcelona, venía acompañada de un lucido cortejo de caballeros provenzales para que no echase de menos su tierra.
El conde de Barcelona le concedió terrenos y propiedades junto a la ciudad, en la zona donde se encontraba la capilla de san Martín que tomó el nombre de San Martín de Provençals por ese motivo. Allí se edificó además una casa de campo que todavía subsiste y es la que se llama "Torre del Fang". Allí viviría Dulce rodeada de sus paisanos conservando las costumbres de su tierra.
La escritora Elisenda Alberti, en su obra “Dames, reines, abadesses”, narra así el trágico final de la historia.
"Durante las propongadas ausencias de su marido, Dulce se refugiaba en la finca de san Martín, donde encontraba la vida galante de su añorada Provenza. La predilección que la condesa mostraba por la casa de campo levantó las sospechas de su marido que ordenó vigilarla en secreto.
Los espías informaron a Ramón Berenguer que un joven y apuesto trovador frecuentaba la ventana de Dulce dedicándole tiernas canciones de amor acompañándose de su laúd. El conde, enfurecido, ordenó detener al mozo sin levantar sospechas. A continuación mandó arrancarle el corazón y que fuese cocinado por su cocinero para ser servido a su esposa a la hora de la cena sin comentarle de que se trataba. Cuando hubo terminado de saborearlo le pidió su opinión sobre el nuevo manjar. Ella contgestó que le había parecido delicioso y sólo entonces le contó lo que era. Horrorizada, Dulce de Provenza manifestó que nunca mas volvería a probar bocado para no mancillar la boca que había comido el corazón de su adorado trovador.
Sea o no cierta la historia, Dulce murió en 1127 a los 32 años."
Cuando la dama se trasladó a Barcelona, venía acompañada de un lucido cortejo de caballeros provenzales para que no echase de menos su tierra.
El conde de Barcelona le concedió terrenos y propiedades junto a la ciudad, en la zona donde se encontraba la capilla de san Martín que tomó el nombre de San Martín de Provençals por ese motivo. Allí se edificó además una casa de campo que todavía subsiste y es la que se llama "Torre del Fang". Allí viviría Dulce rodeada de sus paisanos conservando las costumbres de su tierra.
La escritora Elisenda Alberti, en su obra “Dames, reines, abadesses”, narra así el trágico final de la historia.
"Durante las propongadas ausencias de su marido, Dulce se refugiaba en la finca de san Martín, donde encontraba la vida galante de su añorada Provenza. La predilección que la condesa mostraba por la casa de campo levantó las sospechas de su marido que ordenó vigilarla en secreto.
Los espías informaron a Ramón Berenguer que un joven y apuesto trovador frecuentaba la ventana de Dulce dedicándole tiernas canciones de amor acompañándose de su laúd. El conde, enfurecido, ordenó detener al mozo sin levantar sospechas. A continuación mandó arrancarle el corazón y que fuese cocinado por su cocinero para ser servido a su esposa a la hora de la cena sin comentarle de que se trataba. Cuando hubo terminado de saborearlo le pidió su opinión sobre el nuevo manjar. Ella contgestó que le había parecido delicioso y sólo entonces le contó lo que era. Horrorizada, Dulce de Provenza manifestó que nunca mas volvería a probar bocado para no mancillar la boca que había comido el corazón de su adorado trovador.
Sea o no cierta la historia, Dulce murió en 1127 a los 32 años."