Esta playa, en la Bahía de Santander, tiene una sorprendente ubicación: se trata de una larga lengua que mide cerca de 500 metros de longitud, de arena fina y dorada que separa la desembocadura de la Ría de Cubas del mar abierto, por lo que está completamente rodeada por agua.
Desde aquí tendremos bellas vistas de la ciudad de Santander, la zona de Pedreña e, incluso con suerte, hasta de los Picos de Europa.
Se accede desde la localidad de Somo, caminando por un paseo de madera que cruza las dunas durante unos 15 minutos o usando las típicas pedreñeras que se toman en el Palacete del Embarcadero, en Santander.
No tiene duchas ni equipamientos, ni es accesible para todos los públicos.
Desde aquí tendremos bellas vistas de la ciudad de Santander, la zona de Pedreña e, incluso con suerte, hasta de los Picos de Europa.
Se accede desde la localidad de Somo, caminando por un paseo de madera que cruza las dunas durante unos 15 minutos o usando las típicas pedreñeras que se toman en el Palacete del Embarcadero, en Santander.
No tiene duchas ni equipamientos, ni es accesible para todos los públicos.
(National Geographic)