En los ventorros y huertas de la ribera, donde se vendía vino, ocurrían con frecuencia desgracias, por el abuso de la bebida, durante el siglo pasado, y en 1750 se dio un Real decreto mandando cerrar los establecimientos referidos, que aparecen abiertos otra vez á los pocos años.
Cuéntase que en una de las crecidas del Manzanares arrebató la corriente varias cubas, una llena de vino, a un industrial de la ribera y el pobre hombre iba gritando desaforadamente: ¡Una va llena! Tergiversaron algunos chuscos la frase, traduciendo ¡Una ballena! y la gente se apresuró a bajar al río, aguijoneada por la curiosidad de ver el cetáceo. El desencanto fue grande, y la burla de los que se enteraron de la broma hubo de durar largo tiempo.
Cuéntase que en una de las crecidas del Manzanares arrebató la corriente varias cubas, una llena de vino, a un industrial de la ribera y el pobre hombre iba gritando desaforadamente: ¡Una va llena! Tergiversaron algunos chuscos la frase, traduciendo ¡Una ballena! y la gente se apresuró a bajar al río, aguijoneada por la curiosidad de ver el cetáceo. El desencanto fue grande, y la burla de los que se enteraron de la broma hubo de durar largo tiempo.