La leyenda de este puente, cuenta la historia de una anciana que cada día debía pasar el río para ir a buscar agua a la fuente que había en la otra orilla. Ella era ya muy mayor y no estaba para esos trotes. Saltar de piedra en piedra, mojándose los pies ya le había traído más de un disgusto.
Una mañana, cuando estaba junto la orilla, a punto de pasar el río, se le apareció el Diablo, que era un negociante de mucho cuidado.
– ¡¿Qué hace usted pasando el río de esta manera? !Con mi gran poder, haré que no tenga que cruzarlo nunca más!
–¿Cómo? –preguntó la anciana sorprendida.
–Dame una noche, y te construiré el puente más bonito que jamás hayas visto.
–¿Seguro?–preguntó ella.
–¿Acaso dudas de mi palabra?–respondió el Diablo– Y no os va a costar ni un real. Me conformo con quedarme con el alma del primero que cruce el puente.
La anciana, cansada de tener que cruzar el río cada día aceptó el trato.
El diablo estuvo toda la noche trabajando y cuando los primeros rayos de sol despuntaban el gran puente estaba acabado.
El Diablo, escondido tras el arco del puente, en la otra orilla, esperó a que la anciana llegara, para que pasara el puente en busca del agua y así poder quedarse con su alma. Pero las cosas no salieron como él esperaba.
Cuando la viejecita llegó al puente, sacó el mandil del cesto que llevaba colgando del brazo. De dentro del cesto salió un gato negro como el carbón, que asustado empezó a correr puente arriba.
Y así es, como desde ese día, la anciana y todo el mundo puede cruzar, sin miedo, el puente mientras el Diablo nos mira, sin poder hacer nada, junto al alma de un gato.
La maravillosa historia del Pont del Diable
(Wikipedia)
Una mañana, cuando estaba junto la orilla, a punto de pasar el río, se le apareció el Diablo, que era un negociante de mucho cuidado.
– ¡¿Qué hace usted pasando el río de esta manera? !Con mi gran poder, haré que no tenga que cruzarlo nunca más!
–¿Cómo? –preguntó la anciana sorprendida.
–Dame una noche, y te construiré el puente más bonito que jamás hayas visto.
–¿Seguro?–preguntó ella.
–¿Acaso dudas de mi palabra?–respondió el Diablo– Y no os va a costar ni un real. Me conformo con quedarme con el alma del primero que cruce el puente.
La anciana, cansada de tener que cruzar el río cada día aceptó el trato.
El diablo estuvo toda la noche trabajando y cuando los primeros rayos de sol despuntaban el gran puente estaba acabado.
El Diablo, escondido tras el arco del puente, en la otra orilla, esperó a que la anciana llegara, para que pasara el puente en busca del agua y así poder quedarse con su alma. Pero las cosas no salieron como él esperaba.
Cuando la viejecita llegó al puente, sacó el mandil del cesto que llevaba colgando del brazo. De dentro del cesto salió un gato negro como el carbón, que asustado empezó a correr puente arriba.
Y así es, como desde ese día, la anciana y todo el mundo puede cruzar, sin miedo, el puente mientras el Diablo nos mira, sin poder hacer nada, junto al alma de un gato.
La maravillosa historia del Pont del Diable
(Wikipedia)