No muy lejano al Alcázar, frente a la Iglesia de San Miguel, en un barrio antaño dominado por Templarios, existe un caserón que conserva una gran cueva."La casa del Duende" la llaman los toledanos... Tiene en su entrada dos columnas, y si tienes suerte y das con las personas adecuadas, podrás entrar a conocer sus secretos.
Hace años habitó en esta casa una bruja odiada por todos sus vecinos. Eran pocos los que se atrevían a pasear por las proximidades cuando el sol se ocultaba, pues estaban convencidos que en esta vieja casa se aparecía el Diablo cada noche para danzar con la vieja bruja y un grupo de acólitos que acudían a menudo tras las campanadas de medianoche.
Nunca nadie veía a la vieja bruja salir por el día, nadie le llevaba agua (no había azacán que se atreviera) y jamás alguien había coincidido con ella en mercado alguno. Los vecinos susurraban su nombre mientras comentaban con temor los golpes y alaridos que parecían provenir de las profundidades de la casa maldita. Sabían que algo terrible allí ocurría.
Una negra y fría noche, cerca de las dos de la madrugada, cuando el último de los oscuros invitados salía de la casa y se hubieron cerrado todos los cerrojos de la pueta, dejando a la vieja bruja en el interior, de repente una llamarada inmensa apareció de la nada envolviendo en fuego todo el edificio. Nadie sabe cómo pudo ocurrir.
Los vecinos, aterrados por el incendio acudieron portando baldes con agua temiendo que se extendiera por todo el barrio, pero atónitos quedaron cuando las llamas sólo devoraron rápidamente la casa de la bruja, sin saltar a las casas vecinas, escuchando los terribles alaridos y maldiciones que ésta pronunciaba desde el interior, mientras el fuego consumía todo rápidamente, incluyendo a la Bruja.
El incendio se extinguió sólo en poco tiempo, sin intervención de ningún vecino que seguían mirando atónitos frente a la puerta. En pocos minutos sólo quedó en pie la fachada de la casa, con las dos columnas. Todo el interior quedó arrasado por el fuego. Tan sólo alguien observó una diferencia: ahora en las columnas habían aparecido esculpidas dos lamparillas, que ahí siguen.
Tras hacerse cargo el vecindario del solar, pues nadie lo reclamó, fue vendido, y con los años, al limpiar todo, descubrieron de nuevo el acceso a la cueva que había tras la casa del Duende y en parte bajo todo el barrio.
(Tres culturas)
Hace años habitó en esta casa una bruja odiada por todos sus vecinos. Eran pocos los que se atrevían a pasear por las proximidades cuando el sol se ocultaba, pues estaban convencidos que en esta vieja casa se aparecía el Diablo cada noche para danzar con la vieja bruja y un grupo de acólitos que acudían a menudo tras las campanadas de medianoche.
Nunca nadie veía a la vieja bruja salir por el día, nadie le llevaba agua (no había azacán que se atreviera) y jamás alguien había coincidido con ella en mercado alguno. Los vecinos susurraban su nombre mientras comentaban con temor los golpes y alaridos que parecían provenir de las profundidades de la casa maldita. Sabían que algo terrible allí ocurría.
Una negra y fría noche, cerca de las dos de la madrugada, cuando el último de los oscuros invitados salía de la casa y se hubieron cerrado todos los cerrojos de la pueta, dejando a la vieja bruja en el interior, de repente una llamarada inmensa apareció de la nada envolviendo en fuego todo el edificio. Nadie sabe cómo pudo ocurrir.
Los vecinos, aterrados por el incendio acudieron portando baldes con agua temiendo que se extendiera por todo el barrio, pero atónitos quedaron cuando las llamas sólo devoraron rápidamente la casa de la bruja, sin saltar a las casas vecinas, escuchando los terribles alaridos y maldiciones que ésta pronunciaba desde el interior, mientras el fuego consumía todo rápidamente, incluyendo a la Bruja.
El incendio se extinguió sólo en poco tiempo, sin intervención de ningún vecino que seguían mirando atónitos frente a la puerta. En pocos minutos sólo quedó en pie la fachada de la casa, con las dos columnas. Todo el interior quedó arrasado por el fuego. Tan sólo alguien observó una diferencia: ahora en las columnas habían aparecido esculpidas dos lamparillas, que ahí siguen.
Tras hacerse cargo el vecindario del solar, pues nadie lo reclamó, fue vendido, y con los años, al limpiar todo, descubrieron de nuevo el acceso a la cueva que había tras la casa del Duende y en parte bajo todo el barrio.
(Tres culturas)