Julio Muñoz Ramonet nacido en Barcelona el 1 de febrero de 1912, hijo de Serafín y Florinda de profesión financiero. Nacido en el seno de una familia industrial de clase media, en los años de la posguerra Julio Muñoz Ramonet -junto a su hermano Alvaro- controló a 45 000 trabajadores del ramo textil.
En torno a la figura de Julio Muñoz Ramonet se forjó una leyenda que él se cuidó de potenciar. Se dijo -y es falso- que en alguna ocasión había encendido sus cigarros habanos con billetes de mil pesetas. Se contó -y parece cierto— que cuando viajaba en avión compraba todas las plazas de primera clase para que nadie le molestase durante el viaje. Se contó -y siempre quedó el interrogante sobre si la historia era cierta o falsa- que cuando tenía que viajar en coche-cama siempre llevaba consigo sus propias sábanas de seda.
Se contaba también la anécdota de que Julio Muñoz Ramonet se ufanaba de tener como chófer al que lo había sido del rey Alfonso XIII y que este dato siempre lo sacaba a relucir cuando viajaba en su automóvil junto a otra persona. El chófer parece que estaba un poco hastiado de ser el protagonista de la repetida historia. Un día, al acabar Julio Muñoz de explicarla por enésima vez, se dirigió al chófer diciéndole:
"Chófer, a palacio. ¿No se lo indicaba así el Rey?"
"No, Señor" replicó el chófer.
"Pues, ¿Cómo le decía?"
"Paco, vámonos a casa."
Definido como un histriónico sensacional, Julio Muñoz supo crear un tinglado como para que picaran los Trujillo dominicanos, algunos bancos suizos o un emir de Kuwait que se dejó en manos de Ramonet un millón de dólares y 250000 libras esterlinas.
(La España del estraperlo - José Martí Gómez)
En torno a la figura de Julio Muñoz Ramonet se forjó una leyenda que él se cuidó de potenciar. Se dijo -y es falso- que en alguna ocasión había encendido sus cigarros habanos con billetes de mil pesetas. Se contó -y parece cierto— que cuando viajaba en avión compraba todas las plazas de primera clase para que nadie le molestase durante el viaje. Se contó -y siempre quedó el interrogante sobre si la historia era cierta o falsa- que cuando tenía que viajar en coche-cama siempre llevaba consigo sus propias sábanas de seda.
Se contaba también la anécdota de que Julio Muñoz Ramonet se ufanaba de tener como chófer al que lo había sido del rey Alfonso XIII y que este dato siempre lo sacaba a relucir cuando viajaba en su automóvil junto a otra persona. El chófer parece que estaba un poco hastiado de ser el protagonista de la repetida historia. Un día, al acabar Julio Muñoz de explicarla por enésima vez, se dirigió al chófer diciéndole:
"Chófer, a palacio. ¿No se lo indicaba así el Rey?"
"No, Señor" replicó el chófer.
"Pues, ¿Cómo le decía?"
"Paco, vámonos a casa."
Definido como un histriónico sensacional, Julio Muñoz supo crear un tinglado como para que picaran los Trujillo dominicanos, algunos bancos suizos o un emir de Kuwait que se dejó en manos de Ramonet un millón de dólares y 250000 libras esterlinas.
(La España del estraperlo - José Martí Gómez)