Existía la tradición en la zona de los Ancares, de mantener el fuego encendido.
Cuenta la Leyenda, que una bella muchacha, se escapó de la casa donde servía, porque no le dejaban desposarse con el joven que amaba.
Su hermano salió a buscarla y en el bosque encontró muerta una Corza Blanca. Le corto una pata y la echó al zurrón, cuando llego a casa y abrió el zurrón, encontró que la pata de la Corza, se había convertido en el brazo de su Hermana.
Desde entonces, se mantenía el fuego encendido, para evitar los malos espíritus.
Cuenta la Leyenda, que una bella muchacha, se escapó de la casa donde servía, porque no le dejaban desposarse con el joven que amaba.
Su hermano salió a buscarla y en el bosque encontró muerta una Corza Blanca. Le corto una pata y la echó al zurrón, cuando llego a casa y abrió el zurrón, encontró que la pata de la Corza, se había convertido en el brazo de su Hermana.
Desde entonces, se mantenía el fuego encendido, para evitar los malos espíritus.