Su nombre deriva del francés gâteau (pastel) y parece que tiene su origen en la cocina gala del siglo XVIII, aunque los pasteles hechos de almendras se consumían tiempo antes. Así, el año 1679, con motivo de la visita del obispo Bernat Cotoner, en el monasterio de San Salvador, se sirvieron, entre otros alimentos, tortas de almendra.
Este pastel, que ha quedado como patrimonio original isleño, es el resultado de una simbiosis entre la cocina francesa, la que aportó el arte de cocinarlo, y la mallorquina, la que, con los extensos cultivos de almendros, aportó la materia prima. Y así fue como le gâteau d’amandes se convirtió en gató de almendras.
Este pastel, que ha quedado como patrimonio original isleño, es el resultado de una simbiosis entre la cocina francesa, la que aportó el arte de cocinarlo, y la mallorquina, la que, con los extensos cultivos de almendros, aportó la materia prima. Y así fue como le gâteau d’amandes se convirtió en gató de almendras.