La Plaza de España, cuyo recinto, aún con edificios muy antiguos, como el del siglo XVI que se conserva reformado en el ángulo suroeste, debió cobrar importancia como ámbito de mercado en la segunda mitad del XVIII cuando las funciones de la villa se fueron complicando. Entonces los espacios inmediatos a la iglesia resultaron incapaces para cumplir debidamente el papel mercantil y nuevas tiendas y comercios comenzaron a establecerse en los bajos de las casas del camino. Su carácter definitivo lo adquiere en 1832 al construirse la nueva Casa Consistorial en el lado de oriente. Actualmente esta plaza, bordeada por la carretera nacional, funciona como una gran caja de resonancia donde hallan eco los mil ruidos que produce el intenso tránsito rodado exterior.
Su conjunto responde a una planificación en planta que no existe en los alzados. La Casa Consistorial se impone con larga fachada y gran altura en oposición a la de los edificios adosados a su lado norte; la característica composición del consistorio decimonónico contrasta con la jugosidad de los edificios de la carretera e incorpora un pasadizo en el extremo de su soportal para comunicación con la zona de ensanche, en forma análoga a la de algunas casas concejiles aragonesas. El resto de la edificación observa una cierta unidad estilística y compositiva con soluciones del siglo XIX y alturas generalizadas de tres y cuatro plantas, con las que contrasta un edificio decimonónico de dos alturas en el lado septentrional y una actuación de los últimos decenios con cinco pisos en el lado sur.
La ordenación de la superficie central es reciente y persigue obtener el máximo espacio para dominio peatonal. Así, el cordón de la carretra se desarrolla con un túnel inferior aunque existen cortas penetraciones para vehículos al servicio de las edificaciones de los lados norte y sur. Se han aprovechado los bancos y las farolas del siglo pasado que alineados con una plantación de acacias de escaso desarrollo conforman una organización de salón que mantiene el antiguo carácter de paseo de invierno.
(La plaza en la ciudad)
Su conjunto responde a una planificación en planta que no existe en los alzados. La Casa Consistorial se impone con larga fachada y gran altura en oposición a la de los edificios adosados a su lado norte; la característica composición del consistorio decimonónico contrasta con la jugosidad de los edificios de la carretera e incorpora un pasadizo en el extremo de su soportal para comunicación con la zona de ensanche, en forma análoga a la de algunas casas concejiles aragonesas. El resto de la edificación observa una cierta unidad estilística y compositiva con soluciones del siglo XIX y alturas generalizadas de tres y cuatro plantas, con las que contrasta un edificio decimonónico de dos alturas en el lado septentrional y una actuación de los últimos decenios con cinco pisos en el lado sur.
La ordenación de la superficie central es reciente y persigue obtener el máximo espacio para dominio peatonal. Así, el cordón de la carretra se desarrolla con un túnel inferior aunque existen cortas penetraciones para vehículos al servicio de las edificaciones de los lados norte y sur. Se han aprovechado los bancos y las farolas del siglo pasado que alineados con una plantación de acacias de escaso desarrollo conforman una organización de salón que mantiene el antiguo carácter de paseo de invierno.
(La plaza en la ciudad)