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Channel: MIL Y UNA HISTORIAS
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Cantillana y el HImno de Andalucía

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Muchos andaluces desconocen que el Himno de Andalucía tiene sus raíces en un himno religioso conocido popularmente como "El Santo Dios”.
Blas Infante ejerció como notario en Cantillana donde conoció "El Santo Dios" que era cantado por los segadores, junto con otros cánticos,  durante sus labores de siega. Este himno también se cantaba en la "Misa de las espigas", en honor a la Virgen de la Soledad de Cantillana, como agradecimiento por la cosecha.
Era una música sencilla y fácil de orquestar que Blas Infante calificó como "verdadera música democrática". Puso este canto en conocimiento del Maestro Castillo, (director de la Banda Municipal de Sevilla), quien adaptó y armonizó la melodía. La letra se cambió dando lugar a un texto reivindicativo, solidario, universalista y optimista: Esta es la letra original del "Santo Dios"

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Los pecadores pedimos
al Señor continuamente
y por eso le decimos,
Santo Dios y Santo Fuerte

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Con dolor de nuestro pecho
le pedimos al Señor,
que seamos perdonados
en el Tribunal de Dios.

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Y esta la de Blas Infante:
La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!


El Himno de Andalucía fue estrenado el viernes 10 de julio de 1936 en la Alameda de Hércules de Sevilla, (8 días antes de empezar la guerra civil).

(Datos de Tagarete - Internet)

Sanchicorrota - El rey de las Bardenas

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Las Bardenas fueron en la Edad Media un extenso territorio casi inhabitado, escenario de asaltos y escaramuzas fronterizas. Esta situación condujo a una veintena de pueblos limítrofes de Navarra y Aragón a crear en 1302 una hermandad para defenderse. Uno de sus artículos decía literalmente: “Que cogiendo a los malhechores in fraganti los ahorcasen, sin esperar orden del rey ni de la justicia”.
El más temido bandolero fue Sancho Rota (Sanchicorrota), considerado como “el rey de las Bardenas”, al que acompañaba su banda de treinta bandoleros a caballo, cuyas monturas calzaban las herraduras al revés para despistar a sus perseguidores. Juan II, en 1452, organizó un ejército de 200 caballeros que cercaron su partida, pero antes de ser capturado se suicidó con un puñal. El cadáver fue mostrado por los pueblos, llevado a Tudela y colgado de una horca. Pero extrañamente no se usa su nombre para asustar a los niños, sino que goza de buena reputación, e incluso le llaman el Robin Hood bardenero, pues dicen que robaba a los ricos para dárselo a los pobres y como señalan los cronistas “era muy cortés con los que robaba”.
Pero Sanchicorrota no fue el único. También está el famoso bandido “Moneos”, que fue capturado tras robar una diligencia con un cargamento de merluzas (le localizaron por el olor del pescado). En 1590 ordenó el virrey formar una partida con 300 hombres de Tudela y 150 de Ejea de los Caballeros para capturar a una banda de 50 gitanos, mandados por Gaspar de Malla y su secuaz Bustamante, que estaban asaltando diversas zonas de la Ribera, aunque no dieron con ellos. También en 1657 una cuadrilla compuesta por bandidos de Novillas, Fustiñana, Azagra, Mallén, Borja y un francés llamado “el malo” asaltaron en las Bardenas de Caparroso a once arrieros cargados de aceite, seda, azafrán y almendras. Cuarenta vecinos de Arguedas y otros tantos de Valtierra armados de arcabuces salieron en su búsqueda aunque sólo pudieron capturar a uno, quien confesó que se habían repartido el botín a partes iguales como buenos amigos. También fueron perseguidos José Fernández de Allo, alias “el trapo”, en 1688, y capturados Miguel Jiménez “el entendido” en 1666 y “el gordillo” en 1683.
En 1657, entre Marcilla y la Venta de San Miguel, una partida de hombres con pañuelos en la cara y la ropa vuelta para no ser reconocidos asaltaron una diligencia que llevaba al delincuente apodado “mala cara”, robaron a seis portugueses que viajaban de Madrid a Pamplona y soltaron al preso “mala cara”. El botín robado fue de unos tres mil reales  y pronto detuvieron a “mala cara” y al “Pardillo”, mientras que el resto logró huir de la justicia: los hermanos Virto, Diego y José de Ayala, Juan Garrido “el fraile”, José Olloqui “Chupón”, un tal Heredia y un estudiante de cirugía de Corella llamado Pascual Mostajo, que era el capitán de los bandidos.
En 1821 destacó Gabriel Marcuello “Páxara”, quien asaltó el Palacio de los Escuderos de Mélida, torturó y quemó viva a la dueña, doña Josefa Lapuerta. Tres de los asaltantes fueron capturados y su líder condenado a la horca y a descuartizamiento. Su cuerpo estuvo colgando tres horas, bajaron el cadáver e hicieron cuatro cuartos: la cabeza la metieron en una jaula y la expusieron en Mélida, la pierna izquierda se clavó en un poste junto a la Ermita del Yugo, mientras la otra pierna y los brazos se colgaron en Caparroso, en Muruarte de Reta y en Pitillas. Los nombres de sus secuaces que siguieron parecido destino eran: Clemente Salas “el manco de Blesa”, Vicente Serrano “Chandarme de Plou”, Baltasar de Gracia “el pusilador de Montalbán”, José Urtiles “el ruin” y Pedro Royo “el Rayado”, quien antes de morir fusilado gritó al pelotón: “Hace mucho tiempo que debo la vida al rey, y ahora se la pago”.

Santa Orosia de Jaca

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Santa Orosia es la patrona de Jaca y su diocésis. Se celebra su festividad el 25 de junio: El cuerpo de la Santa se venera en Jaca, y su cabeza en Yebra de Basa.

La tradición dice que Orosia era una princesa de Bohemia que venía a Aragón para casarse con un príncipe visigodo. Su comitiva, a pesar de buscar en su viaje refugio en los Pirineos, fue descubierta por tropas islámicas. El jefe de estas tropas propuso matrimonio a la joven princesa que, para no abandonar su fe en Cristo se negó, tras lo cual fue martirizada decapitándola.

Unos 300 años después, en el siglo XI, se apareció a un pastor que guardaba su rebaño en las proximidades de Yebra de Basa, para revelarle la historia del martirio y la ubicación de las reliquias. Todo esto dignificaba la importancia de Jaca y su Catedral y los orígenes del reino que Sancho Ramírez estaba consolidando en estas tierras tras la muerte de su padre Ramiro I.

En la actualidad cada 25 de junio existen dos grandes celebraciones, una en Jaca (día central de sus fiestas patronales) en la que se realiza una gran procesión. Y otra en Yebra de Basa, en donde se asciende en romería con la cabeza de la Santa por una espectacular senda hasta la pradera de Santa Orosia, a los pies del monte Oturia, lugar en el que se halla su santuario (donde recibió martirio) a 1.550 metros de altitud, allí se representa el típico dance amenizado con el ancestral salterio y con una Pastorada recitada en dialecto aragonés.

Don Favila y el oso

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Dice la leyenda que Favila, segundo monarca del Reino de Asturias, y sucesor de  Don Pelayo, su padre, fue muerto por un oso. ¿Cómo pudo ser así? Parece ser que el joven rey no estaba hecho del mismo material que su padre y había descuidado en gran parte los intereses del joven reino. En vez de estar pendiente de las razzias musulmanas y de las asechanzas del norte, le gustaba más estar pendiente de sus cacerías y las correrías que hacía con sus amigos en los bosques asturianos.
Algunos opinan que la muerte de Favila (o Fafila) pudo ser también producido por asuntos políticos, muy en boga con la anterior época visigoda, pero otros creen que no es tan descabellado que un oso acabara con el rey ya que en aquellos tiempos las montañas asturianas estaban cuajadas de osos hambrientos produciéndose muchas cacerías para obtener tan ansiado premio. Favila pudo incluso haber seguido un antiguo rito de masculinidad que había por aquellas tierras en el que había que cazar un oso para pasar de la juventud a la adultez. Es decir, un rito de paso. Siendo una u otra manera, lo interesante es que el rey se internó en el bosque y nunca más volvieron a verlo con vida. 
Esto produjo que al no tener descendencia la corona recayera en la figura de Alfonso I el Católico que estaba casado con Ermesinda o Hermenesinda hija de Don Pelayo y la reina Gaudiosa. De esta manera tan radical, y por un oso, se dio un vuelco tan radical a la historia de la Reconquista

El Entierro del Conde Orgaz - ¿Dónde está el Conde?

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Durante todo el año el famoso cuadro de El Greco, El Entierro del Conde Orgaz (1586), situado a la entrada de la Iglesia de Santo Tome, en Toledo, recibe cientos de visitas diarias para extasiarse con la soberbia pintura y composición de la obra. Vienen de todas partes del mundo para ver una de las joyas del arte moderno, pero pocos se dan cuenta de un pequeño detalle, pues ¿dónde esta el conde? Cojan el cuadro y busquen su localización, aunque si no se quieren molestar les ahorraré tiempo: no esta situado en ningún lado del lienzo. Entonces ¿por qué se le llama así?

Doménikos Theotokópoulos, más conocido por El Greco, ya que había nacido en Creta, por azares de la vida llegó a Toledo en 1577 y muy pronto comenzó a recibir encargos debido a la fama de gran artista que había traído consigo. Uno de estos encargos fue plasmar en lienzo la leyenda del entierro del señor de la localidad de Orgaz, D. Gonzalo Ruiz, el cual murió en 1323. Se dice que cuando se iba a proceder a la inhumación del cadáver, los santos San Esteban y San Agustín bajaron de los cielos y con mucho mimo lo depositaron en el féretro. En el cuadro, alrededor del milagro, se pueden ver a importantes personalidades toledanas del momento (incluso al mismo Greco mirándonos o a su propio hijo portando una vela en una de las esquinas y señalando con un dedito al personaje principal), pero curiosamente ninguno con el título de conde. Aunque si es cierto que posteriormente los descendientes del difunto obtuvieron este título. Tal vez el nombre del cuadro provenga posteriormente de este hecho, pero lo cierto es que al pintarlo no había nadie con ese título en el lienzo. Es decir que por la repetición de un nombre erróneo ha quedado así reflejado para la posteridad.

 

Los túneles de la Catedral de Murcia

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La existencia de un túnel que une la Catedral de Murcia y el Cristo de Monteagudo es una de las leyendas más conocidas. «El templo se asienta sobre la antigua mezquita, y desde ahí supuestamente salía un túnel hacia el antiguo castillo árabe de Monteagudo». Era una salida ante posibles asedios. «No es descabellado suponer que existían túneles, todas las fortalezas los tenían, pero en el caso del pasadizo a Monteagudo estamos hablando de unos tres kilómetros, una distancia quizá excesiva».
También existen descabelladas teorías según las cuales los pasadizos subterráneos llegarían hasta Santa Eulalia e incluso hasta el santuario de la Fuensanta, aunque también, hay quienes dicen que dichos pasadizos o túneles llegan hasta el Castillo de la Luz.

La Verge del Blau

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La Virgen del Blau (Virgen del Moratón en catalán) es una Virgen que estaba en la Puerta de los Apóstoles de la Seo Vieja de Lérida. Posteriormente fue trasladada a la Catedral Nueva, puesto que la Seo Vieja fue transformada en Cuartel Militar tras la Guerra de Sucesión.
Esta Virgen tiene un morado en la frente, que según cuenta la leyenda, fue causado por el maestro que la hizo.
El maestro realizó diferentes tallas pero ninguna le gustó.
El imaginero tuvo que ausentarse durante un tiempo y, al volver, vio que su ayudante había terminado la imagen mucho mejor que él mismo lo hubiese hecho.  Muerto de envidia e ira, cogió un martillo y se lo lanzó a las imagen. El martilló rebotó en la imagen, causándole un hematoma, un moratón, (blau en catalán) en la frente.


El Cofre del Cid - Burgos

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EL COFRE DEL CID se guarda en una pared de la Capilla del Corpus Christi de la Catedral de Burgos.
Se dice que Rodrigo Díaz de Vivar al ser exiliado por orden de Alfonso VI, tenía la urgente necesidad de fondos con los que la cubrir la empresa de pagar a los trescientos caballeros que le acompañan en su el exilio. Sin contar con los activos para cubrir esos gastos, se fue a la casa de los judíos a los que convenció en el préstamo dejando a cambio  un seguro cofre que garantizaba, contenía todas sus joyas.
Los judíos aceptaron el trato y, creyendo que habría mucho más dinero que el prestado, se  apresuraron a adelantarle la cantidad reclamada. Rodrigo después de recibir el importe de inmediato salió de la ciudad con sus hombres, y los judíos ingenuos, al abrir la caja fuerte para ver los tesoros que habían adquirido, vieron que dentro no había más que piedras y arena sin valor perdiendo la oportunidad de deshacer el trato.
Cuentan los analistas del Poema del Cid, que en el panegírico del caballero burgalés se trata de reseñar este hecho como un castigo a la codicia desmesurada de los prestamistas judíos.

Las Lagunas de Ruidera

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Supongo que todo el mundo ha oído hablar de Merlín, el mago que aparece en los mitos artúricos sirviendo de puente entre los cultos ancestrales de los druidas y la expansión del cristianismo primitivo por Inglaterra. Lo que puede resultar una sorpresa para muchos es descubrir que en España también hay una tradición merliniana en la que el personaje protagoniza varias historias.
De hecho, basta leer el Quijote para comprobarlo. Los capítulos XXII y XXIII de su segunda parte narran el episodio de la Cueva de Montesinos, donde Merlín es protagonista: su característico carácter caprichoso y temperamental le lleva a transformar a una dama y sus siete hijas y sobrinas en lagunas; otra versión dice que eran sus hijas, que le habían ganado una partida. En cualquier caso pasaron a ser agua.
Textualmente: “Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima que llaman de San Juan”.Así que ese espléndido paraje manchego, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, considerado uno de los espacios naturales húmedos más bellos del país, viene definido por este bello origen literario que pretendía explicar la existencia de quince lagunas extendidas a lo largo de veinticinco kilómetros del río Pinillo (Guadiana Viejo) y conectadas por saltos de agua formados por barreras tobáceas.
O sea, que en realidad no son lagunas propiamente dichas sino estanques fluviales. Eso sí, cada uno con su gracioso nombre: Cenagosa, Coladilla, Salvadora, Redondilla, Blanca… Y rodeadas de encinas, olmos, álamos y matorral que albergan una fauna variada de la que destacan, evidentemente, las múltiples especies de aves acuáticas.

Juan de Urbieta

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Juan de Urbieta Berástegui y Lezo era oriundo de Hernani (Guipuzcoa)
Fue un soldado de infantería guipuzcoano que alcanzó gran fama y notoriedad por haber hecho prisionero al rey Francisco I de Francia en la Batalla de Pavía que se libró entre españoles y franceses el 24 de febrero de 1525.
Rodeados por tropas imperiales, el rey de Francia y su escolta intentaron abrirse paso rompiendo el cerco. De pronto, Francisco cayó del caballo, y al erguirse, se encontró con un estoque en su cuello. Era el soldado Juan de Urbieta que lo hacía preso. Diego Dávila, granadino, y Alonso Pita da Veiga, gallego, se juntaron a su compañero de armas. No sabían a quien acababan de apresar, pero por las vestimentas supusieron que se trataría de un gran señor e informaron a sus superiores. Aquel preso resultó ser el rey de Francia.
Urbieta obtuvo fama y honores a raíz de aquel suceso. El emperador Carlos I concedió a Urbieta un escudo de armas y un diploma acreditando sus méritos. Fue ascendido a capitán de caballería y obtuvo los títulos de caballero de la Orden de Santiago y Contino de Su Majestad. Por otro lado, el propio Francisco I escribió una carta a Urbieta agradeciéndole su comportamiento durante la captura y el haberle permitido salvar la vida.
Murió el 22 de agosto de 1553 en su Hernani natal y fue enterrado al pie del presbiterio de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, según él mismo dispuso en su testamento.[ Siglos más tarde sus restos fueron profanados por soldados franceses durante la Guerra de la Independencia. Llevan su nombre la principal calle de su ciudad natal, así como una céntrica avenida de San Sebastián (desde 1866), una calle de Bilbao y una calle del distrito de Retiro, en Madrid.

El Canónigo arrepentido

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Mateo Vázquez de Leca (puede ser Lece), bautizado en la trianera Iglesia de Santa Ana el 22 de noviembre de 1573. Hijo de Andrea Barrasi, arcediano de Carmona. Se crió en el Palacio Arzobispal de Sevilla, bajo la protección del cardenal Rodrigo de Castro. Su carrera fue deslumbrante: a los 14 años ya era canónigo de la Colegial del Salvador, a los 18, heredó la canonjía y arcedianato tras la muerte de su tío gracias a una bula papal, pues no tenía la edad requerida.
Ese mismo año, cuando parecía estar en la cumbre, ocurrió su extraña desgracia. Tras la procesión del Corpus se cruzó con una mujer. Mateo sintió una poderosa llamada a seguirla. Los dos entran en la Catedral. Cuando llegan cerca de la Virgen de los Reyes, el hombre le pide a la mujer que se desnude. Ella lo hizo. Debajo de las ropas lo único que vio fue un esqueleto. El arcediano huyó en un grito: “¡Eternidad!”, aullaba.
Desde aquel día se impuso un voto de pobreza y recato.

El lamento del Templario

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A 100 kilómetros al oeste de la capital soriana, y a 963 m de altitud, se encuentra Castillejo de Robledo, pueblo que pasa desapercibido desde la lejanía, porque, como sucede en la mayoría de las poblaciones de esta provincia castellana, sólo se muestra a los ojos del viajero a pocos metros de distancia.
Sobre los tejados árabes de sus casas, un castillo templario que domina el cerro superior, cuya subida se hace por un sendero que parte de la misma iglesia parroquial. La fortaleza, visitada con los rayos del atardecer, hace recordar al viajero la tenebrosa leyenda de la trágica muerte del caballero templario que cayó fulminado por un rayo –como castigo divino, según la iglesia católica– cuando, tras asesinar a un superior del convento del castillo, huyó a caballo en dirección al vecino pueblo de Valdanzo; aquel lugar produce todavía escalofríos, en donde, según los lugareños, durante los días de tormenta es fácil oír los lamentos del templario pidiendo clemencia desde el más allá.

El peregrino perdido - O Cebreiro

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Caminaba a Santiago, un Peregrino Alemán. Era uno de esos cortos días de invierno, de bajas y espesas brumas , que caen sobre el estrecho valle del Valcarce.
Perdido el Camino, el peregrino deambula sin orientación. El canto de un Pastor, le guió al Camino y le llevo al Santo Grial (O Cebreiro). En la zona del Valcarce y O Cebreiro, existen las canciones populares, que repiten el estribillo: Aylayla, Aylayla, Aylayla, Ayla ....letra inventada.
Wagner, nos recuerda este episodio en Parsifal.
En O Cebreiro hay una placa que nos recuerda el acontecimiento y en la Faba un Albergue de una asociación Alemana.

La Corza Blanca - Los Ancares

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Existía la tradición en la zona de los Ancares, de mantener el fuego encendido.
Cuenta la Leyenda, que una bella muchacha, se escapó de la casa donde servía, porque no le dejaban desposarse con el joven que amaba.
Su hermano salió a buscarla y en el bosque encontró muerta una Corza Blanca. Le corto una pata y la echó al zurrón, cuando llego a casa y abrió el zurrón, encontró que la pata de la Corza, se había convertido en el brazo de su Hermana.

Desde entonces, se mantenía el fuego encendido, para evitar los malos espíritus.

Tartalo

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Con este nombre es conocido un cíclope o genio maligno con un solo ojo en la frente, cuyo quehacer principal es el pastoreo. Este terrorífico personaje secuestra a los jóvenes del pueblo y se los come, es antropófago. Por lo que en muchos lugares de Vasconia se siente verdadero pavor hacia él.
Este tipo de cíclope es muy corriente en la tradición mitológica. Lo podemos encontrar  en  la mitología clásica griega.
Cuenta una leyenda que dos hermanos fueron un día a cazar al monte y se les echó encima una terrible tormenta. Con la intención de protegerse, se resguardaron en una cabaña de enormes dimensiones que encontraron cerca. Al poco rato, llegó también un rebaño de ovejas con el pastor, un hombre corpulento con un solo ojo en la frente, Tartalo. Nada más entrar, cerró la puerta con una gran piedra y en seguida se percató de la presencia de los jóvenes. Entonces el cíclope les dijo: "primero, para cenar, me comeré al mayor y mañana al joven". Dicho y hecho, atravesó al mayor con el asador, lo asó en la hoguera y se lo comió. Después del atracón se tendió en el suelo y se quedó profundamente dormido. Al ver esto, el joven, llamado Antimuño, cogió el asador, lo caldeó al fuego, y se lo clavó a Tartalo en el ojo. Se levantó éste aullando de dolor y con el asador clavado en el ojo, e intentó atrapar a Antimuño, pero estaba ciego y no pudo encontrarlo entre las ovejas. A la mañana siguiente, apartó la piedra de la puerta y empezó a sacar a las ovejas de una en una, haciéndoles pasar por debajo de sus piernas. El joven, se puso una piel de oveja que encontró sobre la espalda, y a cuatro patas, salió por debajo de las piernas del cíclope mezclándose con las demás ovejas. Tartalo se dio cuenta de que había salido el joven y siguiendo el sonido de los pasos del huido fue detrás de él. Antimuño, en la huida, se lanzó a un pozo profundo y nadó con todas sus fuerzas. Tartalo se lanzó detrás de él, pero como no sabía nadar se ahogó en la profundidad del pozo

El linaje de los Cabeza de Vaca

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Los Cabeza de Vaca. Según la leyenda, este linaje se instituyó en memoria de un hecho acaecido durante la batalla de las Navas de Tolosa, cuando las tropas de D. Alfonso VIII, que se hallaban sitiadas por los moros, pudieron salir de su apurada situación gracias a un pastor que encontró un camino al principio del cual estaba la cabeza de una vaca devorada por los lobos. Así el rey pudo escapar del cerco y, rehaciéndose sus tropas, se consiguió una memorable victoria.

Fueron muchos los que probaron su hidalguía y limpieza de sangre ante la Real Cancillería de Valladolid, en la Sala de hijosdalgo. Don Vicente de Vacas y Chacón, Conde de Catres i Regidor Perpetuo de la Ciudad de León, vecino de Astorga, de la misma provincia, ingresó en el año 1793 en la Real y Distinguida Orden de Carlos III, donde justificó la nobleza de su estirpe.

Fueron bastantes los de este linaje que pasaron a las Indias, dejando memorable huella de sus hazañas.

ARMAS En campo de plata, una vaca de sable. Estas armas son las que figuran en una piedra armera que existe en la villa leonesa de Valderas. Los Cabeza de Vaca ostentaron: de gules, un águila bicéfala, con el lema "Ave María"

Las Ruinas de Casarás

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Las ruinas de Casarás, próximas al camino que lleva al Puerto de la Fuenfría, pertenecían a un antiguo convento de la Orden del Temple. Un tesoro fue escondido por los templarios para salvarlo de la rapiña de sus perseguidores.

Esta leyenda tiene como protagonista al senescal de la Orden, Hugo de Mariñac. Dice así:

"Hugo de Mariñac había recibido la encomienda de esconder los tesoros de la Orden al dictarse la persecución contra ellos, y los trajo a Casarás. Aquí se enamoró de una condesita castellana que venía con la reina del palacio de Valsaín, pero como no podía conseguir su amor, acudió a un mago que en la que llamaban Cueva de Monje, cultivaba extraños ritos que se cerraban con el sacrificio de un joven; y un día de tormenta habiendo conseguido raptar a un muchacho, el templario acudió a la cueva envuelto en su amplia capa para evitar ser reconocido por los leñadores. Cabalgó hacia la Boca del Asno y por el arroyo de las Dos Hermanas, penetró en la falda de Peñalara, deteniéndose en el caótico canchal que se alza en una pradera extraviada.

El ermitaño esperaba su visita y se dispuso a efectuar sus mágicas ceremonias con las que esperaba conseguir como pago que Mariñac le revelase el secreto del tesoro de la Orden. El senescal prometió revelárselo siempre que ese mismo día y en aquel mismo lugar lograra satisfacer su pasión. Los dos de acuerdo, el brujo empezó sus ritos: encendió una hoguera, hizo sus conjuros, mató al muchacho y ante los atónitos ojos de templario, el joven se puso en pie transformado en la silueta de su amada envuelta en llamas. "Clava tu espada en el corazón de la imagen y la figura de la mujer que amas se hará real ante ti ahora mismo". El templario lo hizo y la condesita, apretándose el pecho con las manos, se materializó en la cueva alejándose del cuerpo del muchacho sacrificado.

El brujo exigió su recompensa."Págame el precio convenido, ¿donde guardáis el tesoro?". "Imbécil, -respondió el templario-¿Creíste alguna vez que iba a decírtelo?". Y golpeó al viejo haciéndole caer al suelo. "Maldito- dijo éste-. Presumí de tu infamia y me precaví. La espada que clavaste a la condesa, la ha matado. Nunca podrá amarte". Y así fue. La joven separó sus manos del pecho, dejando ver una horrible herida por la que la sangre manaba a borbotones y cayó muerta. Mariñac, loco de rabia, mató al hechicero y a galope tendido volvió al convento donde nunca llegó.

Dicen que su alma todavía vaga por las sierras próximas a Casarás y que en los días de tormenta galopa entre los pinos cuidando de que el espíritu del monje mago no pueda acercarse hasta el monasterio y descubrir el escondrijo del tesoro que había sido puesto bajo su custodia y nunca pudo encontrarse.

 

La bella Ormesinda

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A comienzos del siglo VIII de nuestra era, poco después de la invasión árabe de España, el guerrero musulmán Muruza, gobernador de Gijón, amaba apasionadamente a Ormesinda, bella hermana de don Pelayo y prometida de don Alonso, un buen caballero cristiano. Ante el desprecio que ella le manifestaba, Muruza decidió raptarla por medio de su favorito Karim, quien en efecto burló la vigilancia que la protegía. Don Alonso trató de impedirlo, pero fue vencido por la superioridad numérica de los musulmanes y hecho prisionero. Muruza dio entonces a elegir a Ormesinda entre la vida de su prometido o casarse con él. La joven aceptó contraer matrimonio con Muruza, pues sabía del valor de la vida de don Alonso para la causa cristiana.
Cuando iban a celebrarse los esponsales, apareció don Pelayo, decidido a matarla para
evitarle el deshonor de casarse con un infiel. A fin de no errar el golpe, pidió abrazar a su hermana, pero antes de que pudiera lograr su propósito, ella ingirió un veneno y falleció. Don Pelayo y don Alonso, desolados, mataron a Muruza y junto a los demás cristianos se retiraron a Covadonga, donde organizaron desde ese día feroz resistencia a los invasores.

("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)

La Mojiganga de Graus

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La Mojiganga es una manifestación folclórica de vieja tradición y que en Aragón se ha conservado en Graus , recuperada en las fiestas de 1979 tras no haberse celebrado desde la Dictadura de Primo de Rivera .
Si en algunos lugares la mojiganga tiene un carácter religioso o evoca hechos históricos, en Graus es un festejo satírico y regocijante, digno colofón de las fiestas mayores. Consta de dos partes bien diferenciadas. En la primera, en un desfile lleno de colorido, acompañan a los reyes veintidós parejas de danzantes , que bailan al son de la gaita y con castañetas; la corte, heraldos, alabarderos, caballería, gigantes, cabezudos, caretas, caballéz y los personajes más diversos.
Tras el desfile, en la plaza mayor, se celebra el acto central de homenaje a los reyes, que saludan al pueblo y dan el decreto de San Fertús. A las danzas y cantos se une una pantomima que es aprovechada para hacer las críticas y sátiras que la alegría de la fiesta permite. Esta libertad no siempre fue respetada y en algunas ocasiones la pantomima fue suprimida. Es en esta parte, como en algunas de las canciones, donde la lengua aragonesa era la usada casi exclusivamente.

La "invención" del Obispo Teodomiro - Iria Flavia

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Teodomiro fue obispo de la diócesis de Iria Flavia, en la actualidad una parroquia del Concello de Padrón, a principios del siglo IX.
Cuenta la leyenda que en el 813 un ermitaño llamado Pelayo, o Paio o Pelagio, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia y se realizó el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago. Teodomiro puso de inmediato el hecho en conocimiento del rey Alfonso II de Asturias, que acudió rápidamente desde Oviedo para visitar el lugar.
Este relato fue publicado en la misma época para justificar la creación del peregrinaje a
Santiago de Compostela cuando acechaba la amenaza árabe y el miedo a la pérdida de la Cristiandad de como se conocía hasta el momento. Se la conoce como la 'invención' de Teodomiro y puede leerse en su "Cronicon Irense".
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