Una de las cosas que no te dejarán indiferente para nada es contemplar desde la distancia el risco basáltico de 50 metros de alto y casi un kilómetro de longitud sobre el que se asienta la pequeña población gerundense de Castellfollit de la Roca. Esta enorme pared es fruto de la erosión de los ríos Fluvià i Toronell sobre los restos de las corrientes de lava que hace miles de años hubo en la zona y que tanto ha marcado la historia local. El perfil de este municipio de aires medievales (que es uno de los más pequeños del país) es único y de una belleza casi sobrenatural. Al final de la colada basáltica está la iglesia de San Salvador. Sube hasta lo alto de la torre y alucina con las vistas. Si al acabar te da hambre, hazte con una (o varias) de las madalenas de Cal Tuset.
(Skyscanner)
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