En un pequeño pueblo de Lugo, al lado de una iglesia románica del siglo XIII vive desde hace 400 años este castaño que un día se salvó de ser convertido en astillas cuando un afamado escultor se encerró en el interior del tronco al enterarse de que lo iban a talar para hacer una carretera nacional.
Como homenaje, y tras conseguir que no se cortara, después ha quedado en el hueco un altar a la Virgen del Rosario.
(El Mundo)
Como homenaje, y tras conseguir que no se cortara, después ha quedado en el hueco un altar a la Virgen del Rosario.
(El Mundo)