Plaza, amplia playa y puerto pequero con dique por el que se exportaba blenda y calamina. Está a 23 m sobre el nivel del mar. Es, sin duda, uno de los núcleos más pintoresco de Cantabria, sobre todo por su historia más reciente y personajes.
Arquitectónicamente, Comillas es un pastiche: muebles y planos de Gaudí, edificios de Martorell, ángel de Llimona, imaginativas ornamentaciones de Doménech i Muntaner, pinturas de Llorens... y qué decir de los Güell (uno de ellos, nacido en Comillas, acabó siendo alcalde de Barcelona). Además del modernismo, en Comillas hay mucha afición a los bolos (el deporte autóctono). En general, los comillanos viven un poco de las vacas que tienen sueltas en los prados próximos y mucho de todo lo relacionado con la hostelería.
HISTORIA
Comillas aparece en el siglo XII por vez primera en un documento. Sabemos que hubo aquí un castillo tal vez edificado por los Garcilaso de la Vega. Mas los primeros comillanos fueron algunos barquereños quienes, empobrecidos por uno de los varios incendios que sufrió San Vicente en la Edad Media decidieron asentarse en otro punto de la costa cercano y lo hicieron precisamente en Comillas Donde encontraron un lugar adecuado para seguir con su oficio de pescadores.
Resumiendo, prosperó el enclave y compitió con San Vicente en comercio y pesca, con lo que se inició un particular litigio entre las dos villas cántabras. Hasta el siglo XIX no se convierte Comillas en cabeza de un municipio que alcanzaba entonces los mil vecinos. Sin embargo una casualidad de la vida iba a cambiar el destino de los comillanos: en 1817 vino al mundo Antonio López y López: fue un huérfano que a los nueve años tuvo el valor de irse a Andalucía a trabajar a casa de unos paisanos montañeses. Vovió a Comillas y cuando tenía trece años embarcó rumbo a Cuba, donde trabajó como dependiente e hizo una gran fortuna con la que creó en Alicante otra línea de vapores y correos entre la ciudad levantina y Marsella que conecta, lógicamente por tierra, con París y Madrid. Acabaría controlando buena parte del tráfico marítimo peninsular y el de España con las Antillas (lo cual hace más de cien años era mucho).
López, marqués de Comillas, adornó su villa natal con el imponente edificio de la Universidad Pontificia, para su uso construyó el palacio de Sobrellano y la capilla aneja (donde está enterrado) y potenció la industria del salazón y la pesquera.
(Guía azul)
Arquitectónicamente, Comillas es un pastiche: muebles y planos de Gaudí, edificios de Martorell, ángel de Llimona, imaginativas ornamentaciones de Doménech i Muntaner, pinturas de Llorens... y qué decir de los Güell (uno de ellos, nacido en Comillas, acabó siendo alcalde de Barcelona). Además del modernismo, en Comillas hay mucha afición a los bolos (el deporte autóctono). En general, los comillanos viven un poco de las vacas que tienen sueltas en los prados próximos y mucho de todo lo relacionado con la hostelería.
HISTORIA
Comillas aparece en el siglo XII por vez primera en un documento. Sabemos que hubo aquí un castillo tal vez edificado por los Garcilaso de la Vega. Mas los primeros comillanos fueron algunos barquereños quienes, empobrecidos por uno de los varios incendios que sufrió San Vicente en la Edad Media decidieron asentarse en otro punto de la costa cercano y lo hicieron precisamente en Comillas Donde encontraron un lugar adecuado para seguir con su oficio de pescadores.
Resumiendo, prosperó el enclave y compitió con San Vicente en comercio y pesca, con lo que se inició un particular litigio entre las dos villas cántabras. Hasta el siglo XIX no se convierte Comillas en cabeza de un municipio que alcanzaba entonces los mil vecinos. Sin embargo una casualidad de la vida iba a cambiar el destino de los comillanos: en 1817 vino al mundo Antonio López y López: fue un huérfano que a los nueve años tuvo el valor de irse a Andalucía a trabajar a casa de unos paisanos montañeses. Vovió a Comillas y cuando tenía trece años embarcó rumbo a Cuba, donde trabajó como dependiente e hizo una gran fortuna con la que creó en Alicante otra línea de vapores y correos entre la ciudad levantina y Marsella que conecta, lógicamente por tierra, con París y Madrid. Acabaría controlando buena parte del tráfico marítimo peninsular y el de España con las Antillas (lo cual hace más de cien años era mucho).
López, marqués de Comillas, adornó su villa natal con el imponente edificio de la Universidad Pontificia, para su uso construyó el palacio de Sobrellano y la capilla aneja (donde está enterrado) y potenció la industria del salazón y la pesquera.
(Guía azul)