Las ventas o paradores que surgieron en torno al arroyo del Abroñigal y la carretera de Aragón -como la de Salas, la de Viuda de Simón, la de San José, Ia del Segoviano, la de Muñoz, la del Espíritu Santo y otras más darían origen a la denominación de Ia barriada.
No es de extrañar la formación de la misma si tenemos en cuenta el trasiego continuo que había entre Madrid y Aragón y, sobre todo, con el pueblo de Alcalá de Henares, situado en la misma carretera, través de este camino, cargados en carretas, entraba los productos necesarios para el abastecimiento de madrileños, como leña, cereales, etc.
Debido a la horas que duraba el trayecto por las condiciones del transporte, los arrieros paraban antes de entrar en la Villa, bien para comer, descansar, o dar el pienso a las acémilas.
De todas estas ventas, la más grande y conocida era la del "ESPIRITU SANTO", que tenia portazgo; no obstante, algunos de sus clientes hubieran deseado no haberla conocido, como le sucedió al conductor del Correo de Aragón, Juan Nogués, que fue atracado junto a sus puertas.
El nombre de la Venta del Espíritu Santo procedía de la ermita próxima que tenia dicha advocación.
No es de extrañar la formación de la misma si tenemos en cuenta el trasiego continuo que había entre Madrid y Aragón y, sobre todo, con el pueblo de Alcalá de Henares, situado en la misma carretera, través de este camino, cargados en carretas, entraba los productos necesarios para el abastecimiento de madrileños, como leña, cereales, etc.
Debido a la horas que duraba el trayecto por las condiciones del transporte, los arrieros paraban antes de entrar en la Villa, bien para comer, descansar, o dar el pienso a las acémilas.
De todas estas ventas, la más grande y conocida era la del "ESPIRITU SANTO", que tenia portazgo; no obstante, algunos de sus clientes hubieran deseado no haberla conocido, como le sucedió al conductor del Correo de Aragón, Juan Nogués, que fue atracado junto a sus puertas.
El nombre de la Venta del Espíritu Santo procedía de la ermita próxima que tenia dicha advocación.
(Leyendas y anécdotas del viejo Madrid – Francisco Azorín)